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Jue, Dic

Se necesitan mayorías de consenso

Columnas de Opinión
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Cuando se conocen los temas en los cuales tiene interés el nuevo gobierno del presidente electo Gustavo Petro se concluye que prácticamente se va a reconstruir todo el Estado: Reforma Tributaria, revisión del Presupuesto General de la Nación 2023, reforma política, reforma rural integral, revisión normativa para lograr la paz total, creación del Ministerio de Paz, Seguridad y Convivencia, separar a la Policía Nacional del Ministerio de Defensa, creación del Ministerio de la Igualdad, reforma a la salud, reforma pensional, reforma laboral, reforma a la justicia, reforma al Congreso, eliminación de la Procuraduría. En fin.

Y entonces resulta comprensible que se requiera de unas mayorías en el Congreso que permitan sacar adelante tantas reformas. Pero, no por eso las mayorías tienen que ser una aplanadora para pasar por encima de la gente porque todos los proyectos deben ser discutidos de manera suficiente y promover la mayor participación posible por parte de todos los actores políticos, a efectos de llegar a un consenso en el que todos quepamos para tomar las decisiones que sean necesarias en beneficio de todos.

Lo que acaba de pasar en el Senado con la aprobación en segundo debate del proyecto de ley para la ratificación del Acuerdo de Escazú es lo que no debe pasar con las reformas que está proponiendo el nuevo gobierno, o como dijera una senadora del Pacto Histórico “Hoy el panorama es distinto y podremos sacar adelante este necesario acuerdo”; esa no puede ser la forma para demostrar que las cosas están cambiando. Por el contrario, esa actitud de aplanadora le resta calidad democrática no solo a la bancada del Pacto Histórico y sus nuevos aliados, sino al propio gobierno de Gustavo Petro.  

Me explico: las bancadas del nuevo gobierno dieron su primer gran golpe en la legislatura que inicia negando la propuesta de la ponente y aprobando el proyecto de ley para ratificar el Acuerdo de Escazú sin permitir la intervención de los gremios de la producción que habían solicitado intervenir en el debate.

Y es lo mismo que está pasando con la elección del Contralor General de la República, porque no se han conformado con la modificación de la lista que había dejado el Congreso anterior, amparados en una orden judicial, sino que ahora volvieron a deshacer la lista para empezar de nuevo, lo cual ha dado para inferir que todo lo que están haciendo es para terminar eligiendo al que quieren imponer.

Esos procedimientos no son el cambio sino la misma forma de hacer las cosas como se han hecho siempre.

La imposición de unas mayorías irracionales, por el solo hecho de ser mayorías, pueden conducir a la eliminación del consenso y resultará peor el remedio que la enfermedad. También, serán el caldo de cultivo para que haya más polarización y una división irreconciliable entre las dos colombias que resultaron marcadas en junio con la segunda vuelta de la elección presidencial. 

Enardecer, o tratar de hacerlo, no es lo mejor para un país con una división tan profunda. Castigar a la población que no votó por el nuevo presidente a través de la aprobación de proyectos de ley o de actos legislativos sin que se hagan los debates que sean necesarios, no habla bien del nuevo Congreso y no hablará bien del nuevo gobierno. Es el presidente electo Gustavo Petro quien debe llamar a sus aliados a que intenten lograr consensos en los temas de interés nacional. Hay una oposición que representa una parte importante del país y que según leyes del mismo Congreso debe ser escuchada. Si esto sigue igual, esa misma oposición tendrá el derecho de exigir garantías constitucionales para ejercer la función que el legislativo le asignó. 

No estamos en un momento de la historia donde podamos darnos el lujo de despertar nuevas violencias, nuevos odios y frustraciones; si el gobierno del “cambio” no cambia entonces irremediablemente el país está volcado a padecer cuatro años de una “convivencia” insoportable, donde la división vivida por la sociedad venezolana será un chiste al lado de lo que viviremos los colombianos. 

Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí...