Situado al norte de Venezuela, sobre el mar caribe, fue una de las primeras colonias esclavizadas por el imperio británico en 1.627, con una geomorfología escasa en relieve, pero con la presencia de suaves laderas, en donde desde hace cuatro siglos se sembraron vastas plantaciones de caña.
Explotadas por lo esclavos africanos, que lo convirtió en una de las potencias mundiales en la producción de la materia prima para la producción de azúcar. Junto a Bahamas, Islas Turcas y Caimán, Las Vírgenes Británicas, Anquila, San Cristóbal y Nieves. Antigua y Barbuda, Monserrat, Santa Lucia, San Vicente y Granadinas, y las más importantes – o más conocidas - , las islas Falklands, al extremo sur del continente, se ha mantenido como viejo dominio de la milenaria dinastía británica.
Añejo testimonio, sin duda, de un colonialismo trasnochado que se niega a desaparecer, y que como suele ocurrir en este tipo de sistemas, el gobierno en “cuerpo ajeno” se ejerce ciegamente desde la metrópoli, siendo la Reina Isabel II, quien domina a través de la gobernación de la isla.
Desde el pasado 30 de noviembre del presente año, cuando se firmó su independencia ha abandonado su condición de “protectorado”, con un pobrísimo balance, mientras se mantuvo en esa condición, ya que mientras arrastro ese lastre colonial, no existieron subvenciones, ni apoyo para la educación, atención médica, ni infraestructura para sus pobladores, y registró unos índices muy bajos de desarrollo, incluso por debajo de Puerto Rico, uno de sus vecinos, anexo de la unión americana.
Barbados= Bridgetown, su capital = bellamente dibujada sobre el imponente caribe, como nueva Republica parlamentaria con un jefe de estado, elegido por sus propias instituciones, deberá darse a la Tarea de conseguir una justicia restaurativa, a través del dialogo y la búsqueda de incentivos y apoyos internacionales, que no alcanzaron a lograr en tantos años por su deprimida condición de olvidada colonia, a los ojos de S.M. la Reina. Pride and Industry!!, ahora si su consigna nacional!