En la noche del 30 de junio al 1º de julio 1934, el gobierno del canciller Hitler, inicia una purga al interior de su partido en Berlín y Múnich , para deshacerse de los sectores más radicales, y de potenciales adversarios que fueron asesinados, entre ellos, el principal, Ernest Rohm, jefe de las milicias, y homosexual reconocido,-- anticipo de la persecución sin tregua que el III Reich haría contra el colectivo gay, que no entraba dentro de los propósitos de perpetuación de la raza aria, por obvias razones, y contra algunos de sus antiguos aliados. Se trató de la Nach der langen Messer u Operación Colibrí, clave secreta para perpetrar los miles de asesinatos que se consumaron, a manos de las SS, cuerpo de elite nazi, y por la Gestapo, policía secreta del régimen. Conocida también como la noche de los cuchillos largos.
A los cuatro años siguientes, en la noche del 9 de noviembre del 38, se reeditan los episodios de sangre con más crudeza, pero ahora en particular contra los judíos, en lo que sería el preámbulo de la Solución Final y el Holocausto, según los registros históricos. ¡Kristallnacht! Se ordena a tropas de asalto, juventudes hitlerianas y a sectores de la población civil, el linchamiento y destrucción de sus propiedades, incluidas sus casas, tiendas (7.000 devastadas), hospitales, sinagogas y templos, (1.000 destruidos). Tierra arrasada. Las calles quedaron literalmente sembradas de vidrios por la destrucción de sus edificios. Además de los muertos, cerca de 30.000 ciudadanos son deportados a los campos de concentración.
Dos insucesos de la historia que tienen un único hilo conductor: la obsesión enfermiza del poder y su conservación, mediante la destrucción sistemática de cualquier adversario real o presunto que se oponga a esos intereses.
Escenario replicado en nuestro entorno con alguna intermitencia, bemoles más, bemoles menos, a veces con una fidelidad sorprendente.
Casi 100 años después, con el Atlántico de por medio, y proporciones guardadas, a escasos meses de las elecciones presidenciales, una treintena de opositores, líderes campesinos y universitarios, son confinados a las mazmorras del régimen en el pequeño país centroamericano, “por realizar actos que menoscaban la independencia, la soberanía y la autodeterminación, incitar a la injerencia extranjera en los asuntos internos y pedir intervenciones militares”, prestando oídos sordos a la indignación de la comunidad internacional, U.E., Onu, Oea, y a la propia Cidh, que ha solicitado con carácter de urgencia suma, la protección judicial, al menos, de los opositores presos, entre ellos, siete candidatos presidenciales, tildados de “agentes de E.U y potenciales golpistas”. La seguidilla de arrestos y la espiral represiva contra los enemigos del régimen, no da tregua.
Larga noche de cuchillos largos y cristales rotos para Nicaragua, en una cruenta espiral represiva, por mantener el poder a como dé lugar. Embestida criminal contra cualquier vestigio de democracia y del pensamiento libre. Cuerpos de policía a discreción del sátrapa.