Ahora sí tienen razón los economistas. La nueva reforma tributaria que está lejos de ser una revolución social es simplemente la forma de sobreaguar con limosnas para sectores empobrecidos y darles algunas señales de mejor manejo fiscal a las Calificadoras de Riesgo.
Se vuelve a los impuestos que antes les había rebajado este mismo gobierno a los empresarios en la reforma anterior, y en algo se les da un ayuda con el descuento del 50% del ICA. ¿Cuál es el neto? Es el calculo que falta, pero debe reconocerse que este sector propuso un poco más de ayuda, pero ha aceptado el regreso relativo a la situación anterior de impuestos. Pero, además, no es una renta básica el Ingreso Solidario que se extenderá a más personas, lo que está bien, pero son simplemente limosnas que ayudan, sin duda, pero está lejos de resolver la crisis social. El gobierno Duque pasó de ignorar la situación de los colombianos a morirse del susto y proponer lo mínimo para no volver a acelerar la movilización social que no ha muerto.
Con señala César Ferrari, se recaudará con impuestos el año entrante $10,6 billones y con otras medidas $4,6 billones hasta llegar a los $15,2 billones que se ha anunciado. Juegan un papel importante para cuadrar las cuentas fiscales en alguna medida decisiones que se muy difíciles como reducir el gasto público, además en medio de esta situación, mejorar la recaudación de impuestos por parte la Dian que ahí va, pero no se tocan a los individuos ricos y volvemos a las amnistías de quienes ocultan sus ingresos en paraísos fiscales.
Obviamente no es la reforma estructural de la que siempre se habla sino sencillamente paños de agua tibia. Y aún no sabemos qué pasará en el Congreso donde se cocinan las exenciones, las exclusiones y todo lo que le quita peso de impuestos a quienes deben pagarlos. En palabras simples, lo que va a heredar el próximo presidente es un reto inmenso en uno de los temas que mayores impactos genera no solo internamente para cumplir obligaciones con e=la población sino internacionalmente. Mal manejo fiscal es uno de esos graves pecados que no se perdonan entre otras porque significan inmensos costos económicos, sociales y políticos para el gobierno que los enfrenta. Este es el mensaje que debería poner a pensar a los 50 precandidatos presidenciales la mayoría de los cuales de finanzas públicas poco sabe.
Con sinceridad su no referencia al tema obedece en algunos casos, porque algunos realmente no conocen el Estado, no lo entienden y otros porque están asumiendo posiciones olímpicas frente a este tema. Pero no se equivoquen la pelota de la situación fiscal este gobierno se la pasó al que viene y más le valga a los precandidatos que empiecen a pensar en semejante problema. Ojalá esto desestimule a aquellos que realmente no deberían estar en la baraja presidencial. Este podría ser un subproducto deseable de este paño de agua tibia.