El fuerte impacto de la pandemia, sumado a un paro inhumano y sin motivos claros, causó un deterioro en la capacidad adquisitiva de los hogares colombianos.
Prueba de ello lo registra la más reciente encuesta Pulso Social realizada por el Dane, en la que se evidencia el impacto negativo de la pandemia en la seguridad alimentaria del país. El panorama es tan preocupante que, según las estadísticas, mientras que 7.9 millones de hogares en junio de 2020 tuvieron acceso a las tres comidas diarias, en el mismo mes de 2021 ese número bajó a 5.2 millones. Es una tragedia nutricional que 2.7 millones de familias pasaron de comer 3 a 2 comidas al día.
La situación es alarmante. Las estadísticas revelan que mayo de 2021 fue un mes difícil para muchos hogares ya que en ese periodo solo el 34,5% pudieron consumir dos comidas al día, cifra que, para junio, aunque descendió a 31,7%, aún confirma que el déficit alimentario se mantiene. Las cifras hablan por sí solas y demuestran que al impacto económico que generó la emergencia sanitaria por el covid-19, se sumaron más de 60 días de bloqueos y desmanes que afectaron el proceso de reactivación económica, y fueron un duro golpe al bolsillo de los colombianos.
Desagregando por ciudades, Cartagena es la ciudad que más dificultades presenta según el Dane, ya que solo el 33,5% de los hogares encuestados tiene la posibilidad de comer tres veces al día, seguido de Barranquilla (45,3%), Sincelejo (51,3%), Montería (54,4% y Pasto (57,1%).
La situación mundial no es más alentadora que la colombiana. En 2020, entre 720 y 811 millones de personas en el mundo pasaron hambre, unos 118 millones más que en 2019, según la última edición del informe ‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021’, realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Una evaluación preliminar del informe señala que la pandemia puede aumentar entre 83 y 132 millones de personas el número total de desnutridos en el mundo. Según la FAO, de los 2.000 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria en el mundo, 1.030 millones están en Asia, 675 millones en África, 205 millones en América Latina y el Caribe, 88 millones en América del Norte y Europa y 5.9 millones en Oceanía.
Tengo que decir que la atención de la emergencia sanitaria en Colombia ha sido acertada, especialmente con la atención de los más vulnerables. La rápida creación de programas de asistencia social y alimentaria, y la ampliación de otros, entre ellos Ingreso Solidario, Familias en Acción, Jóvenes en Acción, Adulto Mayor y Devolución del IVA, han permitido a miles de familias recibir subsidios para paliar los duros efectos de la pandemia en sus bolsillos.
Es imperativo decir que estas ayudas mitigaron en 3,6 puntos porcentuales el incremento de la pobreza monetaria y en 4,7 p.p. el incremento de la pobreza extrema. De no ser por estos programas impulsados por el gobierno del presidente Iván Duque, Colombia habría alcanzado una pobreza de 46,1% (hoy de 42,5%) y pobreza extrema de 19,8% (hoy de 15,1%). Actualmente más de 8.3 millones de hogares son beneficiarios de los programas de transferencias monetarias condicionadas y no condicionadas. Un gran logro.
No puedo dejar de mencionar el Plan de Alimentación Escolar (PAE), un programa que en pandemia ha llegado a 5.7 millones de menores de edad, pero que lamentablemente ha tenido muchos tropiezos y que ha sido permeado por la corrupción en varios departamentos del país, afectando el objetivo para el que fue creado: garantizar alimento a niños, niñas y adolescentes que hagan parte del sistema educativo oficial. Es urgente que el Gobierno Nacional fortalezca los mecanismos de entrega y refuerce su vigilancia para asegurar que lleguen las raciones a su destino y con la calidad requerida de la minuta alimenticia, lo que permitirá superar la cifra de 20.8 millones de raciones entregadas en el primer semestre de 2021.
La buena nutrición de nuestros menores de edad, así como de los adultos mayores debe ser propósito de todos. Comedores comunitarios, casas del adulto mayor, comida y refrigerios en los colegios oficiales deben asegurarse con la participación activa de los padres de familia para garantizar calidad y entrega efectiva de los alimentos. Hay que frenar la robadera de los recursos de la alimentación escolar.