Por muy extrema que sea la polarización política que existe en Colombia, los intereses nacionales están por encima de las rivalidades, y la crisis que estamos atravesando obliga a pensar en alianzas de coyuntura entre los distintos actores políticos para superar las dificultades. En realidad, difícil encontrar un camino diferente.
El Presidente de los Estados Unidos Joe Biden y un grupo bipartidista conformado por cinco demócratas y cinco republicanos han dado a conocer una hoja de ruta en la que juntan esfuerzos para ejecutar una agenda nacional que busca transformar la economía del país con un monumental plan de intervención de la infraestructura y la extensión de la ayudas a las familias con un presupuesto de cuatro billones de dólares.
Los norteamericanos con el pragmatismo que los caracteriza dejan a un lado las disputas acrecentadas desde la reciente elección presidencial y se disponen a trabajar de la mano, pues reconocen que aún con el distanciamiento ideológico deben encontrar ese propósito superior que les ayude sacar al país adelante.
¿Cuál sería ese gran proyecto que debe unir los actores políticos en Colombia? Sin duda aquel o todos aquellos que impulsen la reactivación económica. En ese sentido, en principio, la reforma tributaria como base para enderezar las finanzas públicas y soportar las fuentes de financiación de las diferentes iniciativas debe ser discutida, sustentada e impulsada por todos los partidos, gremios y actores sociales.
El desempleo y la pobreza son flagelos que azotan al país, y se están agravando. Detenerlo o extirparlo requiere de estrategias y recursos importantes y para conseguirlos no basta con la solitaria iniciativa del gobierno sino del consenso y la unidad, como también repensar en medidas como la de reducir la hora laboral que, antes de flexibilizar las jornadas laborales, encarecen los costos de las empresas y peor aún, en un mal momento.
El famoso estallido social ha dejado un gobierno débil, sin liderazgo ni legitimidad, con una favorabilidad sin precedentes del 16% del Presidente Duque, y en ese escenario no es para nada recomendable hacer leña del árbol caído, todo lo contrario, hay que ayudar al gobierno para que sea capaz de estructurar e impulsar las medidas necesarias para que los pequeños empresarios puedan generar empleos y dinamizar la economía y al tiempo impulsar los grandes proyectos de infraestructura.
Leyes como la de conmemorar la vida y obra de Esthercita Forero o declarar el guarniel-carriel antioqueño como patrimonio cultural de la nación hacen parte de nuestra idiosincrasia y orgullo pero estamos ahora en crisis y preferible sería que el Congreso de la República dedique tiempo a otras iniciativas.
Tan importante es ayudar cómo dejarse ayudar y en esto hace falta que el mismo gobierno así lo permita. En la presentación del marco fiscal de mediano plazo se extraña el plan de austeridad en el gasto público del próximo año, omisión que puede implicar que la calificadora Fitch Ratings también nos prive del grado de inversión, lo que sería una barrera para facilitar la llegada de capitales extranjeros que muevan nuestra economía.
Todavía se puede hacer mucho, pero hay que priorizar y buscar soluciones con la participación conjunta de los extremos políticos alrededor de iniciativas que sirvan y los unan. El país lo necesita y lo está pidiendo a gritos.