En la democracia representativa elegimos libremente a quienes “nos representan” en el Congreso y también a quienes “nos gobiernan”, Pero con el cuento del excesivo “presidencialismo”, esa función gobierno y, con ella, la democracia, está siendo sustituida por una, ya no del pueblo por representación, sino de cabildo abierto y extorsión.
La Constitución del 91 hizo lo suyo con la tutela, inmenso logro, pero mal reglamentado, que dio pie al “cogobierno” de los jueces, decidiendo lo que debe y no debe hacer el gobierno; y con las “repúblicas indígenas”, con territorio, justicia y gobierno propios, y con el invento de la Consulta Previa que obligó al Gobierno a “pedirles permiso” para todo, derecho que no está en la Constitución, pero hace parte del “bloque de constitucionalidad”, esa figura para meter micos a la Carta por la puerta de atrás, como sucedió con el Acuerdo Farc-Santos.
El Acuerdo ayudó, con más cogobierno de las comunidades controladas por las Farc, regalando curules, creando otra “Gran Corte”, imponiendo un “plan de gobierno” alterno a tres administraciones, cediendo ante el narcotráfico que financia el caos, y dejando el precedente de la negociación extorsiva.
Esa fue la estrategia fariana para sentar al gobierno a “negociar”, con la izquierda y otros sectores políticos empujándolo a doblegar los derechos de muchos a las exigencias de unos pocos. Así asaltó Santos la democracia en el plebiscito, eso pretende el ELN, y así opera el Comité Nacional del Paro.
¿A quiénes representaban las Farc, para imponer sus condiciones al país? ¿A quiénes representan los líderes del paro, para someternos a marchas y bloqueos, violando los derechos al trabajo, la salud, la alimentación y la vida?
Todo bloqueo es un delito, pero la izquierda no los denuncia ante el mundo, ni al vandalismo, como denuncian afanosos los presuntos excesos de la Fuerza Pública. En lo más crítico de la pandemia, ninguna marcha es pacífica, sino criminal, pues muy pronto lloraremos sus muertos.
Así que, cuando los líderes del paro, y detrás de ellos Petro, extorsionan para negociar, dilatan encuentros, inventan causas y proclaman que “el paro sigue”, deben contar como suyos esos muertos y el país habrá de reclamárselos.
El Gobierno no puede caer en el diálogo extorsivo con la explotación de las angustias del pueblo para generar violencia, crisis económica y caos; trampa vieja de dictadores populistas, desde Lenin hasta Chávez. Primero fue la tributaria y luego la Salud, una renta básica imposible, acabar el Esmad, “desmilitarizar” la protesta y obligar al presidente a incriminar públicamente a la Policía. Nada es suficiente, porque el objetivo es humillar al gobierno para surgir como redentores en 2022.
¡Basta ya! Los gobiernos están para gobernar, para hacer cumplir la Ley, para restituir la democracia… y punto.