Un nuevo escándalo de chuzadas destapó la Revista Semana, ahora los implicados son oficiales del más alto mando del ejército, encabezados por el polémico general Nicacio Martínez, sobre quien pesan delicadas acusaciones de falsos positivos, bombardeo a niños y malos manejos en el pasado; él y el exministro de Defensa, Guillermo Botero, han sido la mayor fuente de preocupación para el presidente Duque y, por fin, a finales del 2019, lo retiró de la fuerza de forma intempestiva, con la excusa de siempre, problemas personales, después de mantenerlo en las peores épocas, hasta logró que el Congreso lo ascendiera. Pero veamos que estaba haciendo el buen Nicacio, nada menos que una versión mejorada y más sofisticada de lo que hacía en el DAS del gobierno Uribe, María del Pilar Hurtado, seguimientos, amenazas y escuchas ilegales a políticos, magistrados y periodistas, con una estrategia oculta para quienes, según ellos y su mente maquiavélica y esquizofrénica, represente una amenaza para el Estado, lo que deja muy mal parado al ejercito como institución, una camioneta interceptado comunicaciones al frente de las instalaciones de Revista Semana, sufragios y lapidas para periodistas, con el objetivo de frenar investigaciones periodísticas.
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