Después del paro nacional del 21-N y de las marchas multitudinarias en todo el país, el Presidente de la República Iván Duque se dio por notificado. En su alocución al final de la jornada, manifestó: “hoy hablaron los colombianos y, lo que es más importante, dijo que “los estamos escuchando”. A renglón seguido sostuvo que […]
Por: Amylkar D. Acosta Medina
Después del paro nacional del 21-N y de las marchas multitudinarias en todo el país, el Presidente de la República Iván Duque se dio por notificado. En su alocución al final de la jornada, manifestó: “hoy hablaron los colombianos y, lo que es más importante, dijo que “los estamos escuchando”. A renglón seguido sostuvo que “el diálogo social ha sido la bandera principal de este gobierno. Debemos profundizarlo con todos los sectores de nuestra sociedad y acelerar nuestra agenda social y de lucha contra la corrupción”.
Creo que con estas palabras el Presidente Duque está tratando de reconstruir los puentes que había derruido con su descalificación a la convocatoria del paro, por considerar que la misma estaba basada en mentiras. Pero, mientras él trataba de desmentir, por ejemplo, que estuvieran en riesgo Colpensiones y el régimen de prima media, dos de sus ministros se trenzaron en un debate público en torno a lo que será la propuesta del Gobierno de desmontar el régimen de prima media.
Y, de contera, se insiste por parte del Gobierno en mantener en la reforma tributaria que cursa en el Congreso las gabelas tributarias a las grandes empresas, dizque para que generen más empleos mientras los destruyen. Y, mientras la tasa de desempleo sube y de nuevo volvió a los dos dígitos, ahora la nueva propuesta, supuestamente para generar más empleo, es seguir flexibilizando y precarizando el empleo, particularmente el de los jóvenes. Esta calamitosa situación, por sí sola, justificaba la protesta.
Aunque, por fuerza de las circunstancias, el Gobierno se vio precisado a aplazar su propuesta de reforma al régimen laboral y pensional, esta pende como una espada de Damocles sobre la clase trabajadora, razón suficiente para que quienes temen por su futuro se manifiesten en paz, como lo hicieron, para conjurar el peligro que se cierne, sin esperar bracicruzados que este riesgo se materialice.
No se puede trivializar la protesta, afirmándose que “con la anunciada marcha comienza en firme la campaña presidencial” para concluir que la misma “hace parte de una estrategia continuada que irá hasta las elecciones del 2022”, porque de ser ello cierto no haría sentido dialogar en torno a los reclamos de la protesta.
Tampoco se puede despachar el tema olímpicamente, aseverando que todo se reduce a un problema de falta de comunicación del Gobierno y, por lo tanto que, para superar el desencuentro del gobierno con la ciudadanía, bastaría con que “comunique lo que ha hecho y desmienta las mentiras de algunos sectores”. De ser así, bastaría con cambiar el equipo de comunicaciones de Palacio y listo; pero, la calentura no está en las sábanas.
Este fue el primer campanazo y así parece haberlo entendido el Presidente Duque al proponer la profundización del diálogo social, pero hay que pasar y cuánto antes mejor de las palabras a los hechos, porque, como bien dijo Ovidio, las palabras sin acciones son asesinas de los ideales!