El lenguaje es un indicador del grado de cultura de los hablantes, aunque no nos atrevemos a decir que sea el único instrumento que determina ese nivel.
Por algo se afirma, con razón, que “el lenguaje es una ciencia pero el estilo es un arte”. Y con el cultivo del lenguaje podemos acercarnos al arte en el uso de la palabra. Hay personas con alto grado de instrucción –profesores universitarios entre ellos– que son incapaces de usar la tilde correctamente. Conocemos a uno de estos catedráticos a quien un alumno dijo un día: “Profesor: si me concede una hora de su tiempo, solo una hora, le enseño el uso de la tilde en palabras agudas, graves y esdrújulas”. La propuesta no fue aceptada. Por eso nuestro colega aún hoy continúa con su letra artística –aprendida con el método Palmer–, ideas clarísimas pero carencia total de tildes.
Siempre hemos pensado que las normas ortográficas deben cumplirse. Pero no estamos de acuerdo con eliminar la tilde en la palabra “solo” cuando significa “solamente”, “únicamente”, y marcarla cuando indica “soledad”, “sin compañía”. El intelectual acucioso debe ser capaz de utilizar una u otra grafía –con tilde o sin ella según el caso–. La RAE (Real Academia Española de la Lengua), al determinar que basta escribir “solo”, complace a los usuarios perezosos, a quienes renuncian a realizar un pequeño esfuerzo mental. Esa institución afirma que no hay confusión posible en un texto cuando leemos el término “solo” (sin tilde). Si ese es el criterio, podríamos argumentar lo mismo en cuanto a las palabras “mi” y “mí”, “el” y “él”, “tu” y “tú”, “de” y “dé”, “se” y “sé”, “si” y “sí”…
En otros artículos sobre corrección idiomática hemos comentado algunos errores frecuentes difundidos por periodistas en noticieros nacionales. Nos preocupa que se insista en el mal uso de palabras y expresiones como “primer” en lugar de “primera”. Diariamente escuchamos decir: “La ‘primer’ vez que competí”; “mi ‘primer’ medalla” y construcciones semejantes. Este error no lo cometen solo los entrevistados sino los periodistas que formulan las preguntas. ¿Por qué resulta difícil para numerosos hablantes agregar a la palabra “primer” la letra “a” del femenino?
También hemos señalado en Acotaciones anteriores el empleo de la palabra “hasta” en locuciones como: “El estudio de tal proyecto comenzará ‘hasta’ octubre”. Lo correcto es decir: “El estudio de tal proyecto ‘no’ comenzará ‘hasta’ octubre”. O mejor aún: “Solo en octubre comenzará el estudio del proyecto”.
Otro tema que hemos tratado es el uso de la expresión “cada que”, en la cual se evidencia la falta de un sustantivo entre esas dos palabras. Este fenómeno lingüístico no es frecuente entre los hablantes de la Costa atlántica colombiana; en cambio, se abusa de ella en el llamado Eje cafetero. Y para tocar otra región colombiana, en este caso el departamento del Chocó, destaquemos el uso incorrecto del verbo en modo subjuntivo en vez del modo indicativo, ambos en tiempo presente. Ilustremos con un ejemplo: Es posible que un nativo de esa zona nos ponga una cita mediante esta expresión: “Mañana los espero para que ‘vamos’ al estadio”. Debería decir “para que ‘vayamos’ al estadio”. Usted entiende el mensaje, pero gramaticalmente es incorrecto.
Nunca hemos creído la afirmación que una vez hizo Gabriel García Márquez. Decía nuestro premio Nobel que en su léxico abundaban las faltas de ortografía. ¿Por qué dudamos de esta insólita declaración? Porque el novelista, según sus palabras, en su juventud ya se había leído todos los clásicos de la literatura española. Y si la ortografía entra por la vista… Además, el oficio de periodista, que ejerció toda su vida, no le permitía cometer los errores mencionados. Puede decirse que cabalgó sobre el idioma no solo para dominarlo a voluntad sino para embellecerlo de manera magistral.