Boston es el centro de innovación mundial donde confluyen intelectuales y hacedores de ciencia y tecnología. Tiene más de 70 universidades, 10 de ellas, las mejores del mundo: Harvard, MIT (Massachusetts Institute of Technology), BU (Boston University), son solo ejemplos. En definitiva, se consolidó como un verdadero ecosistema académico.
Ricardo Hausmann y su equipo del Centro para el Desarrollo Internacional en Harvard, año tras año, organizan el GEM (por su sigla en inglés: Global Entrepreneurship Monitor), que es la “Reunión para el Empoderamiento Global”. Un espacio que congrega líderes de todo el mundo con el objetivo de motivarlos a pensar colectivamente.
Lo anterior, con una fantástica metodología que puso a los participantes en contacto directo con autores laureados en el área de ciencia y gobierno.
Entre los que nos pusimos el “disfraz de alumnos” por un par de días estuvieron el empresario Alejandro Santodomingo, el ex presidente de Colombia, Juan Manuel Santos; la ex primera ministra de Senegal, Aminata Touré y la ex directora de la BBC, Hellen Boaden.
Este año, el tema principal fue la “Capacidad del Estado para lograr el desarrollo económico de los países”, y cómo se investiga e implementan las más modernas tecnologías y el conocimiento como herramientas poderosas de gobierno. El Estado debe utilizar la efectividad de su infraestructura para hacer crecer la economía.
En esta ocasión, tuvimos el privilegio de aprender de Francis Fukuyama, uno de los politólogos más importantes del mundo, y de James Robinson, mundialmente conocido por su best seller “Por qué fracasan las naciones”.
Robinson, siempre determinista, presentó un sólido análisis sobre Colombia en el que refuerza su visión de que para enfrentar el populismo que tanto asecha la democracia, tenemos como única arma darle el valor suficiente a las instituciones políticas.
Fukuyama explicó cómo lograr un mayor crecimiento económico a través de la fuerza de la democracia para fortalecer el Estado y que, a través de ideas legítimamente aceptadas, se consiga una gran movilización social.
Reconoció que las cosas buenas del mundo muchas veces son contradictorias, por ejemplo, la movilización social, en ocasiones, va en contraposición de la estabilidad política. La democracia, en algunas oportunidades, afecta el buen gobierno o la identidad nacional. Aún así, es la mejor manera de ejercer el poder político.
Robinson, por su parte, explicó sus teorías sobre economías inclusivas de instituciones que crean incentivos y oportunidades para poder crecer permanentes con una mayor distribución del poder político. El Estado debe tener la capacidad para construir el desarrollo necesario con estructuras modernas.
Hubo un panel dedicado al rol efectivo de los consultores, muchos llegan y tienen mayor tiempo para pensar, pero no tienen la responsabilidad de que sus consejos sean llevados a algo concreto. Por eso, mucho de sus planes y asesorías no funcionan porque desconocen la realidad local. Se concluyó que el conocimiento se puede comprar, pero lo más importante es transmitirlo a una organización.
Esta ha sido una experiencia académica invaluable. Dos días en los que ratificamos que los países en vía de desarrollo estamos no solo llamados, sino obligados a producir resultados sostenibles. Y que esto se logra fortaleciendo las instituciones y originando un sentimiento de propiedad en el territorio de parte de los ciudadanos.