El presidente Duque, el gobierno y el país, están pagando las consecuencias de haber subestimado—en un nivel nunca visto en Colombia—la importancia de nuestra representación diplomática en el mundo y en los organismos internacionales.
Convirtieron las embajadas, los consulados y todos los puestos representativos del país en el exterior en la verdadera mermelada. Allí, fueron a dar principalmente todos los quemados del uribismo.
Y quisieron ocultar bajo el lema de que esas compensaciones clientelistas no se daban en esta administración, este comportamiento tan arraigado en la política colombiana.
De esta manera, llenaron nuestra representación internacional con una serie de personajes que no cumplen los requisitos mínimos para estar en países extranjeros o en organismos multilaterales. También asignaron en estos cargos a personas que tienen posturas inaceptables, que indudablemente no representan lo que los colombianos somos. Esto se agrava, porque no hay Canciller que marque la pauta y tampoco un presidente a quien le interese este tema, como lo ha demostrado hasta la saciedad.
Ya sucedió lo peor: las declaraciones inconcebibles del Embajador en la OEA quien salió a condenar a los inmigrantes venezolanos de ser parte de una malévola estrategia para extender el socialismo del siglo XXI en América Latina. Eso solo le cabe a una mente retardataria, obsoleta y desadaptada como la de Ordoñez, quien no debería estar en ningún cargo de representación de Colombia. Pero al que más se le enreda la vida es al Presidente Duque, quien se ha convertido en un fracasado promotor de la guerra contra Maduro. Para agravar la situación aparece el Canciller, que cree que con su declaración apaga el fuego que ya se prendió a nivel internacional. Qué vergüenza es lo que sentimos los colombianos de tener semejante embajador, pero realmente la rabia es con el gobierno, que lo nombró sabiendo perfectamente cómo es este funesto personaje.
El presidente Duque sigue nombrando una serie de personas que no han hecho la más mínima carrera en este campo, simplemente para darles puesto a todos esos uribistas que con todo el poder del presidente eterno, no pudieron elegirse. Aunque Colombia nunca ha tenido una carrera diplomática y se ha nombrado a funcionarios por los servicios prestados y no para hacer una tarea, en muchos casos, nunca se había visto tal desprecio por la representación del país. Como si la imagen de Colombia fuera muy buena para ayudar a deteriorarla con semejantes personajes tan poco respetuosos de lo que significa representarnos a los millones de colombianos.
La duda que queda es si es irreparable el daño que el gobernó Duque le está haciendo a la imagen de Colombia. Con seguridad detrás de estos nombramientos ha estado la mano del expresidente Uribe. Lo grave es que el presidente Duque que se suponía tenía una visión más amplia del mundo, haya aceptado semejante forma de manejar nuestra representación en el exterior.