Para ser corroncho no hay que ser rico, ni pobre, ni blanco, ni negro; es una dinámica fundamentada en la educación, asociada a la inseguridad, la baja autoestima y la falta de cultura.
Pero no es solo ella, es una práctica recurrente, heredada de las épocas mafiosas del narcotráfico, que ha mutado a la corrupción estatal en cabeza de contratistas y funcionarios públicos, también en abogados famosos que piensan que son más o mejores por mostrar una foto en un yate en Miami, exhibiendo un Rolex o tomando un licor Blue Label, como piezas de una colectividad que les exige estos comportamientos, establecidos en sus estatutos de aceptación; en serio, lo único que demuestran es una pobreza mental infinita que da lástima, al autopromoverse como exitosos, sin entender que para ser no hay que tener y menos en esta vida en la que todo es efímero, especialmente la salud y la riqueza que cambian en un segundo.
No se trata de un ataque a las grandes marcas, cada quien crea un producto, lo posiciona, le pone un precio y por muy exorbitante que sea, si se lo pagan es válido, esto hace parte de la dinámica del mercado y de lo que piense cada persona, si alguien se siente bien comprándole al perro un collar Louis Vuitton de 300 dólares o un bolso Michael Kors de 3000 dólares para cada fiesta, es respetable, aunque yo no lo haría.
Pero más allá de este caso en particular, el llamado a la sociedad es a reconstruir los valores en la familia, el caso de los Ambuila es patético y refleja la descomposición al extremo, liderados por un padre que poco le importó que su hija y su esposa hicieran parte de su escalada criminal, con tal de ser aceptados y reconocidos, pero también la sociedad los juzga con más rigor por su raza, siendo del Pacifico se refieren a ellos con calificativos segregacionistas, el tema no se resuelve con un pronunciamiento, el tema es de educación en la base y mucho más serio de lo que se cree, nuestra sociedad camina hacia un abismo de arribismo y superficialidad que termina impactando a las personas, máxime en la juventud que al verse en problemas, tienen baja tolerancia a la frustración y quedan inmersos en un laberinto sin salida que solo conduce a la depresión.
Quiero cerrar con esta frase que es más una invitación: Las cosas más importantes de la vida son gratis, así que deja tantos prejuicios negativos y disfrútala porque se acaba en un momento.