Siempre nos ha llamado la atención el hecho de que muchas personas utilicen palabras y expresiones sin tener en cuenta el origen de las mismas.
“Snob” o esnob. Se califica como esnob a quien quiere aparentar mayor posición social o por lo menos imitar lo que está de moda en ambientes o círculos considerados distinguidos. Se dice que en el siglo XVII la Universidad de Cambridge decidió admitir a estudiantes que no eran de cuna noble; en el libro de registro, al lado del nombre correspondiente escribían en latín “sine nobilitate”, que abreviaban como “s/nob”.
“Slogan” o eslogan. Es un término tomado del inglés y su forma original es “slaugh claim”, que se traduce como “grito de combate” de los viejos escoceses. La Academia Española de la Lengua aconseja como plural “eslóganes”, palabra que nos parece horrible. Debemos preferir “lema” (lemas) en vez de “eslogan” y su plural.
“OK”: Se dice que durante la Guerra de Secesión, en los Estados Unidos, cuando las tropas regresaban a sus cuarteles sin registrar bajas, escribían en una pizarra “0 Killed” (Cero muertos). Otra fuente afirma que OK proviene del presidente de los Estados Unidos en 1836, Martin Van Buren, cuyo apodo era “Old Kinderhook”. Cuando aprobaba sus escritos o proyectos escribía al final las iniciales de su apodo: O. K. Hay numerosas hipótesis diferentes.
“Pepe”: Se aplica en forma familiar a los hombres llamados José. Se trata de un apocorístico de ese nombre, no de un diminutivo. En las Sagradas Escrituras se referían a San José como “Pater Putatibus” = “Padre Putativo”, abreviado como P. P. y finalmente convertido en Pepe.
“Tirar la casa por la ventana”: Se dice que alguien tira la casa por la ventana cuando efectúa gastos extraordinarios con motivo de alguna celebración en particular. Todo comenzó en España en 1763, durante el reinado de Carlos III, quien instauró la Lotería Nacional en aquel país. Cuando un español obtenía como premio una suma considerable, se tenía la costumbre de arrojar, a veces por la ventana, los muebles hacia la calle para remplazarlos por nuevos.
“No hay tu tía”: Es una expresión que se usa ante hechos consumados. “Tu tía” viene de la mala pronunciación de “atutía” o “tutía”, término que significa “la costra que se forma en la chimenea del horno después de procesar ciertos minerales”. Con esta mezcla se preparaba un ungüento que contenía óxido de cinc y favorecía la cicatrización de heridas. La escasez de este compuesto originó la expresión “no hay tutía”, que pasó a ser “no hay tu tía”, con el sentido de “no tiene remedio o solución”.
“Pon tus barbas a remojar”: La expresión original no decía “barbas” sino “bardas”; es decir, cercas o vallas como límite de un terreno. Claramente se recomendaba a los propietarios remojar sus cercas cuando viesen arder las del vecino.
“Hecha la ley, hecha la trampa”: Este refrán procede del libro ‘Tibet Secreto’, de Fosco Maraini, en el que se cuenta que una comunidad de monjes japoneses tenía una regla que solo les permitía comer carne de animal marino. Entonces decidieron llamar “ballena” al jabalí y desde ese momento consumían puerco, sin ningún escrúpulo.