Desde que el Presidente Iván Duque decidió objetar la Ley Estatutaria de la JEP, presionado por el Centro Democrático y el Fiscal Néstor Humberto Martínez, parece que todo se le ha venido encima, su gobernabilidad ha quedado en entredicho y la capacidad para conducir el país preocupa cada vez más;destrozó las pocas mayorías que tenía en el Congreso y catapultó a German Vargas Lleras, que armó una coalición con la U y los liberales para no apoyar las objeciones y obstaculizarle toda agenda legislativa en el futuro.
También quedó mal con la comunidad internacional que se escandalizó por objetar una ley que frena el normal desarrollo del proceso y algo fundamental, la verdad; generó inseguridad en las bases guerrilleras concentradas, las tiene pensando en regresar a las disidencias; produjo un choque de trenes con la Corte Constitucional y la Procuraduría; también fortaleció el discurso de los sectores de izquierda que lo hacen ver como un enemigo de la paz; además de la protesta social, encabezada por los indígenas, que tienen bloqueado el sur del país, una ausencia total de liderazgo para resolver conflictos, no es justo que los departamentos de Nariño y Cauca sigan aislados, a punto de completar un mes, el Presidente, movido por la soberbia, aún insista en que no se va a reunir para buscar una solución.
Con el ELN la situación no es menos grave, no respetó los protocolos de una negociación terminada y no tiene una agenda clara para restablecerla o combatirlos, hoy los terroristas siguen campantes, volando oleoductos, atentando contra la población civil y refugiándose en Venezuela. Para colmo, Donald Trump, su gran amigo y aliado, lo dejó en ridículo: “Es un buen tipo, pero no ha hecho nada, hoy sigue llegando más droga a EEUU que en gobiernos anteriores”. Y como si no fuera suficiente, la obsesión con Venezuela no dio los resultados esperados, Juan Guaidó se ha diluido en la dictadura que parece aferrarse al poder sin Dios ni ley, en un país que se acaba a pedazos, pero que tiene que resolver por su propia cuenta tantos problemas internos.
Ya es hora de que Duque deje de culpar a Santos de todo y comience a gobernar para Colombia, que le dé la cara a los problemas; el desempleo ha subido casi al 12%, el sistema de salud está colapsado, la migración venezolana sigue sin control generando todo tipo de desbalances y muchos más temas que requieren un Presidente comprometido, pero no para el Centro Democrático, para un país en el que un 64% piensa que las cosas van por mal camino, según mostró la última encuesta Gallup Poll. Ojalá muestre liderazgo, defina su proyecto de gobierno y se aleje de la sombra de Uribe que lo tiene opacado, hasta de Trump salió a defenderlo dejándolo como un bebe que no puede hacer nada por sí mismo, se requieren cambios estructurales y una política de gobierno visible, sobre todo en temas de conflicto y paz, un primer paso sería firmar la Ley Estatutaria de la JEP, como sugirió la ONU, para enviar un mensaje de sensatez y de paso recobrar un poco de lo perdido en este último mes.