Una de las tareas de los gobiernos en el mundo contemporáneo es, sin lugar a dudas, incentivar, apoyar y auxiliar cualquier acto de emprendimiento, en tanto aquel sea viable para el crecimiento de la economía. Y así lo consideramos porque, crear empresa en Colombia es un arte complejo que debe valorársele a quien tiene la osadía de hacerlo, pues no es fácil asumir la decisión de renunciar a la estabilidad de un empleo bajo vinculación laboral, para impulsar un negocio propio y diferente.
Y es que iniciarse como empresario en Colombia es un reto que amerita el ejercicio de todas las aptitudes brillantes de la condición humana: liderazgo, trasparencia, visión, organización, perseverancia, coherencia, educación, pero, sobre todo, mucho riesgo. Es acá donde tocamos la palabra clave, la cual es, arriesgarse. Arriesgarse a ganar o a perder, a triunfar o a fracasar.
Así transcurre la situación. No obstante, es muy común fracasar en el emprendimiento. Y para evitar cualquier tipo de fracaso, consideramos que es menester ejercer algunas estrategias enfocadas al logro y a los resultados, pues precisamente por ser una determinación riesgosa es que es de magna trascendencia auxiliar al emprendedor en el desarrollo de su actividad económica. La idea es que triunfe, no que decline. Esto nos conviene a todos.
Y se preguntarán: ¿Por qué debemos apoyar a los emprendedores? Porque quien emprende genera empleo, y quien genera empleo aporta positivamente para el crecimiento económico de su país. De esta manera, se construye estabilidad y bienestar social en la población. Esto es, lo que inexorablemente contribuye para el desarrollo humano, económico y social de un conglomerado. Lo más importante es que así mejoramos la calidad de vida de todos los ciudadanos. Y cuando esto ocurre golpeamos fuertemente a la violencia y a la corrupción. ¡Así de sencillo!
Por el contrario, generamos productividad, competitividad y rentabilidad en el país. Todos sabemos que esto es lo que necesita una economía vigorosa y saludable para mantenerse en un nivel idóneo de sostenibilidad y crecimiento continuado. Además, toda política social de un Estado debe ir de la mano, en sintonía y en consonancia, con la empresa privada. No hay política social próspera si esta se encuentra distanciada de la empresa privada. Es por esto, por lo que consideramos una prioridad apoyar al emprendedor, pues es por excelencia quien se preocupa por generar riqueza, para combatir a la pobreza. ¡No le busque más!
Ahora bien, ¿Por qué fracasan los emprendimientos? Por tres razones: primero, porque los ahoga la excesiva carga tributaria, lo cual disminuye la utilidad, toda vez que lo que se obtiene por ganancia toca, generalmente, pagarlo en impuestos. Se dice que, alrededor del 65% del dinero de los negocios termina en las arcas del Estado. Segundo, porque reluce la carencia de educación financiera y crediticia, pues únicamente el 50% de los emprendedores han terminado el bachillerato. Tercero, por la falta de apoyo financiero y crediticio, dado que hay poco crédito para quien presenta una idea viable de negocio, y cuando por algún motivo lo hay, pues las tasas de interés son excesivamente encumbradas. ¡Problema mayúsculo!
¿Cómo podemos solucionar esta problemática? Primero, generando mayores oportunidades de educación en el ser, en el saber y en el hacer. Así logramos que el emprendedor tenga un panorama académico claro de la actividad que pretende desarrollar. Segundo, dando apertura a un plan financiero y crediticio de fácil acceso para aquel ciudadano que presenta una idea viable de negocio, es decir, siendo esta seria y estructurada. Tercero, eliminando ciertos impuestos durante un lapso de tiempo determinado, que, bien puede ser durante 3, 4 o 5 años mientras se consolida la actividad económica, producto del emprendimiento. Lo último, claro está, para micro y pequeñas empresas. Así evitamos entrar en detrimentos patrimoniales.
Si quienes tenemos aspiraciones políticas, trabajamos para consolidar lo antecedente, la transformación y el crecimiento económico de nuestro país sería inminente. ¡Es hora de comenzar!