Mi nombre es Luis Gabriel Reyes Escobar, soy profesional en finanzas y comercio exterior, especialista en gerencia logística y master en comercio internacional de la universidad Sergio Arboleda.También soy Master Business Administration del Northern Illinois University, coach profesional de la Federación Internacional de Consultores y Entrenadores Organizacionales y una que otra cosita más. Para mí, estos son sólo un recuento de los temas me han interesado estudiar, para otros, son un listado de etiquetas que me dan súper poderes y me definen como persona.
Al parecer – y me incluyo – tenemos la necesidad de etiquetar a las personas. Nos inquietamos por encontrar alguna forma de definir a la gente con la que interactuamos, y algunas veces, a personas con las que no solemos cruzar palabras. En estos días alguien me dijo que no podía estar triste porque yo era coach y sabia manejar esos temas, de niño me dijeron que no podía llorar porque era hombre, en la escuela me decían que no podía sacar malas notas porque yo era un hombre muy brillante. De una u otra forma deshumanizamos a las personas para convertirlas en objetos o maquinas que tienen –si o si– que comportarse bajo la etiqueta que le impongamos.
Cuando etiquetamos a alguien, debemos tener claro que no estamos describiendo, sino adscribiendo, es decir, no estamos hablando acerca de características que todos podemos corroborar dentro de un ámbito común de interpretación, sino de una opinión personal o juicio. Por ejemplo, no es lo mismo decir que Juan mide un metro con cincuenta centímetros a decir que juan es bajito. Si aceptamos esta distinción, nos daremos cuenta que entonces no estamos hablando de la persona, sino de nosotros mismos, en otras palabras, estamos mostrando al mundo lo que en nuestro interior reposa acerca de que es alguien feo, alto, inteligente, bueno, etc.
Uno de los retos que podemos enfrentar al no hacer un uso correcto de nuestros juicios, es generalizarlos. Entonces, cuando decimos que Mario es un mal hombre, damos por hecho que es malo con su mamá, con sus hijos, en el trabajo, cuando de pronto solo tuvo un gesto que consideramos inadecuado cuando fue novio de Laura. ¿Y qué hay de cuando nos creemos los juicios que tienen sobre nosotros? Esta situación es más común de lo que parece, por ejemplo, en muchos momentos de mi vida me negué a exteriorizar mis sentimientos basado en el juicio que sólo las mujeres eran las sensibles.
Me aterro de solo pensar en el yugo interno al que están sometidas tantas personas por seguir los estándares que les imponen. ¿Crees que exagero un poco? te invito a pensar en los momentos de angustia que has vivido por los estándares que tienes de éxito, de una persona de bien, del buen proceder, de felicidad, de un hogar y en general de lo “políticamente correcto”.
La definición del ser o nuestra esencia, ha sido una inquietud que nos ha acompañado durante nuestra historia sobre la faz de la tierra, pero a ciencia cierta ¿qué somos? Esta respuesta dependerá de a quien se lo preguntemos. Si revisamos las definiciones de los filósofos occidentales de tiempo de antaño, nos dirán que somos seres racionales y si revisamos entre las últimas tesis de algunos estudiosos del lenguaje, dirán que somos seres lingüísticos. Yo personalmente, me inclino más por definiciones como las de la filosofía india, en la que se nos define bajo la triada de “Ser, Conciencia, Felicidad”, sin embargo, me cuesta encasillarme o quedarme con una sola etiqueta, ya que cada rol que desempeño me lleva a sacar distintas cosas de mi.
Para que conozcan un poco más de mí, me presento nuevamente, mi nombre es Luis Gabriel Reyes Escobar, hijo de Ruth María Escobar, nieto de Carola Luque, hermano de Miguel Ángel y Rafael Enrique Reyes. Amante de las comedias románticas, compositor, romántico, sensible, amiguero, samario, entre otras tantas cosas, pero la más importante de todas, es que soy un agradecido con la vida por hacerme como soy.