Gobernar no es una tarea fácil. A veces, curiosamente, resulta más fácil llegar al poder que gobernar. Es una paradoja, pero así son los asuntos del hombre.
La verdad, ganó un par más si contamos las del “reality” que se hizo con las encuestas, donde resultaron descartadas María del Rosario Guerra y Paloma Valencia.
El camino de Duque estuvo entonces lleno de “campañas”, sin contar además el periplo por todo el país organizado por el Presidente Uribe para darle visibilidad al partido y a sus candidatos.
Claramente existían muchas ideas respecto al plan de gobierno y programas específicos relacionados con el acuerdo de paz, la dosis personal, la corrupción, la reforma tributaria, el narcotráfico, la legalidad, el emprendimiento, etc., aun cuando ellas no estaban al detalle en documentos susceptibles de implementación inmediata.
Así, al llegar al gobierno, el Presidente Duque empezó a implementar algunas de sus ideas y las del Centro Democrático. No es que se esté improvisando, como errónea y sarcásticamente lo señaló un amigo detractor del Gobierno; lo que ocurre es que se están preparando los documentos para que estas políticas queden bien hechas y se implementen adecuadamente.
Igualmente, al preferir ministros técnicos, en su mayoría, con poca o nada cintura política y con poca o nada representatividad política, como parte de su gran apuesta, el manejo de las huestes del Centro Democrático, y de las otras fuerzas, ha resultado más difícil de lo esperado y ha desembocado en una temprana mini crisis de gobernabilidad. De hecho, el Presidente Duque resolvió abrir el espectro de participación política en el ejecutivo, más de lo que a varios del Centro Democrático les hubiere gustado, prefiriendo cristianos sobre moros, cuando los moros fueron los que le ayudaron a ganar esas cuatro campañas.
Así, en momentos de mini crisis como esta, en que supuestamente las cosas no arrancan, como lo percibe gran parte de la opinión pública, más como percepción, al no realizarse una comunicación adecuada a la opinión pública, se debe apelar al “core” programático y asegurar su estructuración y ejecución.
Esto no se realiza con aquellos que llegaron en el último minuto. Esto se hace, sin lugar a dudas, con aquellos que comparten y tiene los mismos valores, principios e ideología.
En este sentido, el Gobierno debería rodearse mucho más de los suyos, de aquellos moros que comparten sus valores, principios e ideología, pues son ellos los que implementarán las políticas y creencias comunes y darán las luchas en el momento en que el gobierno esté mal parado y sea atacado.
Los espontáneos, los del último minuto, se rajarán y volterán al primer sonido de los clarines de las críticas. Los suyos, los que lo llevaron al poder, los que comparten los mismos valores, principios e ideología, se mantendrán enfilados para estructurar adecuadamente y finalmente ejecutar esas políticas comunes, que son las suyas propias, como el Presidente lo disponga y, de esta forma, terminará siendo más fácil gobernar.