En un mundo materializado, donde las personas valen por lo que tienen y no por lo que son, es necesario conocer cuál es la necesidad más urgente, grande e imperiosa que necesita nuestra aldea global llamada mundo.
Es urgente en esta sociedad contemporánea, casi al borde del colapso en los aspectos social, económico, político y que decir de lo moral, donde la corrupción está a la orden del día, tenemos que reconocer que existe suma urgencia de hombres descriptos por la autora anteriormente citada. Hombres que estén dispuestos a gastar y ser gastados por toda noble causa, sin ir pensando en el lucro cesante e interés de sacar provecho al semejante.
El ser humano tiene que concienciarse y aprender de una vez por toda la valiosa lección, que en este universo no existimos por casualidad, y que ninguno es una isla, que vive para sí y muere para sí, que nuestros actos por muy pequeño que estos sean, tienen sus repercusiones inevitables para bien o para mal de nosotros mismos y de nuestros congéneres. El maestro de los maestros manifestó en una oportunidad que todo lo que el hombre siembra, eso también segará.
Ralp Waldo Emerson, dijo una vez algo muy cierto y trascendental. “Todo hecho lleva su recompensa o castigo en si mismo.
Cuanto hagas quedará grabado en tu proceso vital y tarde o temprano se te revertirá en bien o mal. La casualidades no existen todo es causal. El efecto puede suceder a la causa muchos años después de ocurrida ésta, pero seguro que le seguirá y mientras más tarde la recompensa o el castigo mayor será”.
Esta importante reflexión debiera llevarnos a ser esos tipos de hombres, y cuando hablo de hombres me refiero también a las mujeres, a ser intachables, sinceros, honrados y mantenernos de parte de la justicia y de la verdad aunque se desplomen los cielos, y finalmente los resultados favorables se verán reflejados en nuestras vidas y la de nuestros prójimos.
Hagamos nuestro la regla de oro, que todo lo que nosotros esperamos que los demás hagan con nosotros, así debiéramos hacer con ellos, sabiendo que a la postre tendremos una sociedad más justa y de hecho podremos cosechar lo que sembramos. Recordemos siempre cual es la mayor necesidad del mundo, la regla de oro y seamos felices en nuestro diario vivir.