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Jue, Nov

El caso Venezuela: La rebelión de los otros (I parte)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Diego Arrias Urdaneta

Diego Arrias Urdaneta

Columna: Opinión

e-mail:  arriasdiego29@hotmail.com
El actual escenario político en Venezuela exhibe un alto grado de complejidad, por tanto es difícil vislumbrar salidas fáciles o soluciones inmediatas a la grave crisis que atraviesa la Nación.En todo caso, encontrar un camino que conlleve hacia una verdadera recuperación del país, solo es posible mediante planteamientos o estrategias políticas desprovistas de toda clase de subterfugios o mensajes subterráneos, siendo precisamente esta circunstancia la principal causa que entorpece la viabilidad de un desenlace satisfactorio en relación a los males que aquejan a este noble pueblo, toda vez que los factores que hacen vida política en el país, es decir: Gobierno-Mesa de la Unidad Democrática (MUD) han dejados de ser sinceros en sus posturas, para convertirse en maquinarias políticas expertas en crear sofismas, al punto de perfeccionar el arte de la falacia como una eficaz herramienta de manipulación de masas.
 

Claro está, la razón de ser de este inescrupuloso y malintencionado comportamiento asumido por los actores políticos en Venezuela, encuentra su fundamento en su voraz intento por prevalecer en el poder, en el caso del Gobierno, o alcanzarlo en el caso de la MUD, porque en el fondo del asunto todo se resume en eso: la conquista del poder político. Para nada los esfuerzos de los bandos políticos en pugna están dirigidos en conseguir un modelo de País donde prevalezca: La Equidad, El Progreso, El Emprendimiento, La Justicia y la Seguridad Jurídica como máximos valores de la nación; muy por el contrario han establecido un maquiavélico juego dialectico donde el principal perdedor ha resultado ser el Pueblo.

El asunto es, que estos señores (Gobierno y MUD) con su codicia ilimitada y su insaciable sed de poder han lanzado por un profundo barranco a todo un País, sin importarles en lo más mínimo las perniciosas consecuencias políticas, económicas y sociales derivadas de sus acciones. De allí que, es imperante dejar en claro, que la supuesta lucha ideológica que confrontan ambos grupos es un ingente engaño, no existe en la realidad. Toda la demagogia empleada en la retórica política de ambos bandos persigue fines ajenos al beneficio colectivo, solo buscan satisfacer sus intereses personales, cubrir de gloria sus egos.

Por otro lado, aunado al hecho de la falta de sinceridad en el discurso político, es pertinente agregar que en el campo de la política la estrategia y la táctica cumplen un rol preponderante, y acá el Gobierno ha sido muy superior a la MUD. En efecto, el gobierno al actuar como un bloque monolítico regularmente se aferra a un programa estratégico, por cierto casi siempre orquestado desde La Habana, el cual varía dependiendo los tiempos y las circunstancias, pero que siempre es acatado al pie de la letra por los actores que asumen roles protagónicos en el escenario público nacional. En caso de que las acciones enmarcadas dentro de dicho programa estratégico no cumplan eficazmente con las expectativas creadas, las falencias son subsanadas con dinero, ya que el gobierno, a diferencia de la MUD, cuenta con suficiente musculo financiero para tapar sus errores. 

Pero este marco evidentemente cambia de manera drástica en detrimento de la MUD, coalición partidista, que se auto-proclamó como el único y legitimo representante político del sector opositor, pero que en realidad encarna una especie de mampara creada para garantizar la supremacía cupular de los principales partidos políticos que adversan al gobierno, a saber: Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo. Ahora bien, precisamente acá, en la gran cantidad de actores que deben ponerse en la misma sintonía, es donde radica el principal problema de la MUD. El ánimo de ser todos héroes de la historia, para así consecuencialmente ganarse el derecho a reclamar un espacio al momento de la “repartición” de las cuotas o parcelas de poder, hace inviable un consenso a la hora de la toma de decisiones, debido al surgimiento de tantas voces disidentes, y el resultado termina siendo la implementación de improvisadas y desarticuladas estrategias que por un lado fracasan en su intento de contraponerse a las acciones del gobierno y por otro generan un estado de desánimo y desesperanza en el electorado.