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Hay que votar contra la corrupción

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Opinión

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es

¡Hecha la ley, hecha la trampa! Bajo esta premisa hemos vivido en Colombia y por eso nada que tenga que ver con corrupción nos debe sorprender. Es más, frente a la trampa muchas veces tenemos que averiguar cuál es la ley que la prohíbe. En Santa Marta hubo un alcalde experto en triquiñuelas político-administrativas. Como político avezado propuso muchas leyes en las cuales siempre dejó una vía abierta para burlarlas. Y se jactaba de ello. Hizo “hasta para vender” con el erario y tenía razón cuando afirmaba que nadie podía reclamarle porque había comprado cada uno de los votos que lo llevaron al máximo cargo del Distrito.

 Hay un anciano que con frecuencia nos sugiere que tratemos en esta columna muchos casos de corrupción. A él le constan, dice, y se burla de las palabras ‘supuesto’, ‘posible’ y ‘presunto’, que ahora hay que agregar a cualquier acusación o señalamiento para evitar demandas por calumnia o infamia. Ese venerable ciudadano ya está preocupado por los trabajos que, a su muerte, deberá sufrir su esposa para conservar su exigua pensión. “¡Corruptos todos!”, exclama, tal vez amparado en una ley que no ordena cárcel para una persona, como él, cercana a los cien años de edad.

     Los congresistas han tenido ocho veces la oportunidad de legislar sobre la rebaja de su sueldo. Jamás votarán en contra de sus propios intereses. Por eso la consulta de este domingo es una ocasión única que se le presenta al pueblo raso para formular siete justas peticiones; quienes no estén de acuerdo con el SÍ dan a entender que se benefician con el NO, o demuestran su condenable indolencia. Hemos visto y oído en la televisión a los más altos funcionarios afirmando que votarán la consulta este 26 de agosto. Es muy posible que cumplan su palabra pero no lo harán por el SÍ, como corresponde a los ciudadanos que estamos en contra del estado de corrupción que nos tiene asfixiados.

     ¿Quién, de la clase honesta colombiana, puede estar en desacuerdo con medidas como las siete que contiene la consulta? 1. “Reducir el salario de 395 congresistas y altos funcionarios del Estado”. 2. “Cárcel a corruptos y prohibirles volver a contratar con el Estado”. 3. “Contratación transparente obligatoria en todo el país”. 4. “Presupuestos públicos con participación de la ciudadanía”. 5. “Congresistas deben rendir cuentas de su asistencia, votación y gestión”. 6. “Hacer públicas las propiedades e ingresos injustificados de políticos elegidos y extinguirles el dominio”. 7. “No más atornillados en el poder: máximo 3 períodos  en corporaciones públicas”.

     La simple lógica nos indica que quienes no voten SÍ en esta consulta, están de acuerdo con que las cosas continúen como están. Y esto debe obedecer a un deseo, consciente o inconsciente, de obtener algún beneficio en el futuro. Podría decirse que quien así procede, si bien no es una persona  corrupta, sí deja ver su tendencia proclive hacia esa conducta condenada por la sociedad. ¿Será un corrupto en potencia o un corrupto frustrado? Que lo diga la sicología o cualquier otra disciplina de las que estudian el comportamiento humano. No es una casualidad que en gran parte de los periódicos del país muchísimos columnistas de opinión se refieran a la encuesta de este domingo como una oportunidad única para que el pueblo exprese su sentir libremente. Solo resta invitar al ciudadano común y corriente a votar por el SÍ. Lo contrario sería cohonestar con los eternos corruptos, subclase social a la cual, no hay duda, no pertenece la inmensa mayoría del pueblo samario. Aplacemos la habitual pereza dominical y cumplamos nuestra cita con las urnas.