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Jue, Nov

¡Nos ahogamos en informalidad!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Juan Carlos Cabana

Juan Carlos Cabana

Columna: Opinión

e-mail: cabanajuan@hotmail.es
Sin duda Santa Marta no es de las más estables del país económicamente hablando, pero por lo menos 8 años atrás teníamos mejores ingresos monetarios que hoy.

Los problemas del agua, saneamiento básico, mala prestación de servicios de salud, empleo e informalidad son algunos de los principales aspectos negativos que nos azotan. Estas dos últimas son las que se sienten más que nunca hoy en la ciudad.

Al andar por las calles de Santa Marta, se puede sentir esa sensación de pobreza que está plasmada por el nivel de informalidad y de ‘trabajadores por cuenta propia’. 
Aunque ciertamente no estamos en un país ejemplo de formalidad laboral y empleo digno, pues Colombia, según el informe de la OIT “Perspectiva Social de Empleo Mundial” de junio del 2018, nos ubica como uno de los países a nivel mundial con mayor índice de informalidad en el mundo con 60%, es decir, más de la mitad de los colombianos trabajan de manera informal o lo que nuestra idiosincrasia denomina como “el rebusque”. 

Sin embargo no por esa razón la capital del Magdalena debe seguir ese camino, hay ciudades como Bucaramanga y Barranquilla que han demostrado mejoramiento en la calidad de vida de sus habitantes y desarrollo económico en sus urbes, por el contrario nosotros parecemos empecinados en seguir con el letargo en que se encuentra el resto del país en esta materia.

Se puede notar en esquinas de los barrios y en semáforos de Santa Marta, un aumento exponencial de los informales (ventas ambulantes o los famosos limpia vidrios) -cabe anotar que también afecta un poco el éxodo de venezolanos a nuestro territorio- no se debe desconocer que es una problemática que yace desde hace varios años y que las administraciones distritales no han atacado con pertinencia, sin desconocer a su vez que es un fenómeno que aflora en todo el país y que además viene en aumento. Según estudio de la OCDE del 2016 el nivel de informalidad en Colombia era del 51.3%, si lo comparamos con la medición del 2018, hemos incrementado en casi 8% nuestros niveles de informalidad en todo el país.

De cualquier manera es preocupante tanta informalidad, pues no permite a los ciudadanos mantener ingresos fijos y estables, con condiciones mínimas de seguridad social.
Santa marta es el reflejo fehaciente de lo que ocurre en la nación frente a estos niveles de informalidad, nos ubicamos en el cuarto lugar de las ciudades del país con mayor índice de informalidad con cerca del 63% según estudio “Pobreza en Santa Marta” del Banco de la Republica, entonces somos de las ciudades con mayor informalidad dentro de uno de los países con mayor informalidad, triste panorama; la falta de voluntad política por parte de las administraciones distritales han desencadenado esta emergencia laboral y crisis económica que atravesamos. 
Hace más de una década no llega una empresa nueva a generar empleo a la ciudad, nuestros profesionales recién graduados tienen que migrar a las principales urbes del país en busca de nuevas oportunidades que los aleje de la pobreza rampante y la informalidad imperiosa que nos golpea. 
Esta crisis económica nos consume y nos convierte en una sociedad que pelea por cada centavo, que se rebusca como puede para sobrevivir. Nos urge una política pública de generación de empleo, que cree ingresos a los samarios, para que nuestra calidad de vida cambie y dejemos de ser la ciudad informal.
La economía funciona de manera sencilla, “donde hay más empleos formales hay más personas con ingresos suficientes para adquirir bienes y servicios que ofrecen los empresarios, entonces éste genera utilidad y contribuye con impuestos, que se usan para el desarrollo de las obras sociales de una ciudad”. Si algún punto en esta cadena no funciona, la economía de un territorio se viene abajo. 
Esto último es precisamente lo que está ocurriendo en Santa Marta, y parece que aún no lo ha entendido el mandatario de turno, que prefiere desgastarse en peleas efímeras con opositores, mientras nuestra tierra se ahoga cada vez más en una profunda crisis económica y social.