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El discurso de Macías: justo y necesario

Columnas de Opinión
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Escrito por:

El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com
El discurso del Senador Ernesto Macías causó un tsunami de opiniones. Unas a favor, otras en contra, otras con matices. A algunos les pareció totalmente inapropiado; quienes opinan así, en su mayoría, son aquellos que apoyaron al gobierno anterior y sus políticas, en especial el acuerdo de paz, o son petristas o les encanta el estilo
de Claudia y Clara López, Robledo, De La Calle o Cepeda. En general, son aquellos que estuvieron entregados al gobierno Santos y apoyaron y votaron “Si” en el plebiscito. Usan su inmaculada retórica, orden lógico y capacidad verbal para tachar el discurso de Macías. Indican que no era el lugar, que lo que dijo no se dice delante de invitados extranjeros y que él es el presidente del Congreso, por lo cual hablaba por toda la corporación y no por sí mismo. Algunos caricaturistas, de manera desobligante y agresiva, incluso, lo dibujan como un burro. También indican que el discurso fomenta la polarización y que ahora, en el Gobierno de Iván Duque, el discurso desentona y entorpece. Las críticas van y vienen. La gran mayoría de forma. Otras críticas valoran lo dicho en su mérito, pero ellas, al final del día, no pueden tapar el sol con las manos. La realidad prístina, clara y trasparente es que el gobierno Santos fue un desastre. Las afirmaciones de Macías no hicieron más que señalar los hechos, haciendo un corte de cuentas necesario y que alguien debía hacer. Así, de manera valiente y frentera, más no grosera, como digno hijo del Huila, el Senador Macías hizo lo que tenía que hacer. Se debía también esperar lo que pasó, pues conociéndolo, quienes apoyaron su elección y quien incluso dio el guiño para que fuera él y no otro, debían saber lo que iba a pasar. Como dice el dicho popular: no se le pueden pedir peras al olmo. Macías es un olmo, es un roble del Centro Democrático y del Uribismo que realizó tareas de oposición durante varios años, sin cansarse, quebrase o rajarse. Macías no es una pera dulce, dorada en almíbar. De hecho, fue gracias a personas como él, a senadoras como Paloma Valencia y María Fernanda Cabal y muchos otros, que Iván Duque se impuso finalmente a Gustavo Petro y a otros candidatos continuistas y de izquierda, para que el país recuperara el rumbo. El camino de Iván Duque a la presidencia se inició y fue fraguado por el Centro Democrático (CD). Fue gracias al trabajo de sus copartidarios que al final del día se obtuvo el favor de la ciudadanía, todo lo cual empezó con los talleres democráticos y la creación del partido en 2013. Fue gracias también a la labor titánica del Presidente Uribe, los Senadores del CD, el CD y a los otros cuatro pre-candidatos que se empezó a gestar la faena, rematada exitosamente con la Gran Alianza que consolidó el apoyo popular de quienes no estábamos de acuerdo con el mal gobierno de Santos y el “No” en el plebiscito a favor de Iván Duque, en la consulta e incluso la primera vuelta. Finalmente, Iván Duque surgió como aquel que conquistó más de 10 millones de votos y se hizo elegir por la ciudadanía, por sus méritos y todo el apoyo del CD y la Gran Alianza. Empezó su gobierno con un discurso de unidad y tratando de bajarle la espuma a la mal llamada “polarización”. Lo cierto es que el Presidente Duque llegó al poder con unos programas y unas políticas que deberá implementar. Invitó a la unidad para evitar la “polarización”, pero ello no quiere decir que en pro de ellas vaya a abandonar esas políticas y programas. Las opiniones divergentes enriquecen la democracia. El problema no es pensar diferente, sino el estilo o forma de confrontación política, distinta al contraste sano de las ideas. Así, el discurso de Macías no es nada distinto a ello, una narrativa de hechos sin insultos e improperios, un corte de cuentas, nada distinto a lo que él es y representa y a lo que fue la piedra angular para que Iván Duque fuera Presidente. Pretender ahora olvidarnos de ello y que se hiciera otro discurso, es ocultar la realidad. Criticarlo igualmente con formalismos inocuos respaldados en la retórica, también es desconocer injustamente y de manera indebida el esfuerzo de la oposición de estos últimos 6 años, en los que toda la prensa y la mayoría de líderes de opinión se volcaron a apoyar, casi a ciegas, lo que el gobierno Santos proponía. Al final, como alguien dijo: “en general, dime por quien votaste en primera vuelta y te diré qué piensas del discurso de Macías”. O, como el mismo Macías indicó citando la sabiduría popular: “si los perros ladran, Sancho, es señal que cabalgamos”. No sé si se refirió a que se avanzaba, a pesar de las críticas, o que aquellos más entregados a Santos y a su inadecuado gobierno, al sentirse confrontados, “ladraron” para separarse de la triste realidad que ayudaron a forjar.