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Dom, Nov

Las dos caras del gobierno

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Illidge Gomez

José Illidge Gomez

Columnista Invitado

 

En nuestra contemporaneidad, se volvió muy común el ejercicio de la doble moral, como herramienta básica de la corrupción que todo o afecta, a través de esta figura las instituciones muestran y proyectan una imagen muy distinta de lo que son y representan en la realidad.

El ejemplo de las grandes potencias que venden la imagen de policías del mundo y protectores de la humanidad mientras en realidad son el germen de la corruptela rampante y son los grandes depredadores del orbe, hizo carrera también en nuestro medio, y hoy vemos como el gobierno se empeña en mostrar una cara de benefactor del pueblo, defensor de los derechos colectivos, de la salud, del trabajo, del medio ambiente y de todo lo que diariamente se ve afectado por el accionar de aquellos que extraen de labores non santas el producto que los enriquece enormemente, con la venia, el beneplácito y las legalizaciones que ese mismo gobierno promesero les da para efectuar sus tareas.

El sector de moda, uno de los más afectados por el accionar de demasiados depredadores al unísono, es el del medio ambiente, y muy a pesar del discurso trasnochado del señor presidente Santos cuando afirma "enérgicamente" que no se permitirá a ninguna empresa nacional ni transnacional que cause daños al medio ambiente en el ejercicio de sus tareas de explotación de nuestros recursos naturales, vemos como, contra todo lo escrito y contemplado en nuestra constitución nacional y en nuestra legislación, las multinacionales están desmantelando los páramos del país en busca de riquezas mineras, están contaminando las corrientes de agua desde sus fuentes hasta su final, sometiendo a los pueblos que toman sus aguas desde las bocatomas de sus acueductos para su consumo diario, con las consecuencias letales que ello conlleva y con la vista gorda y ciega del estado.

Estamos siendo testigos de cómo la minería del oro y de los minero energéticos está acabando con nuestro medio ambiente, nuestras fuentes y corrientes de agua se mueren, sus acuíferos se secan, nuestra vegetación es cada vez menos densa, nuestras selvas se acaban, las despensas agrícolas son cada vez más pequeñas, y estos monstruos están desplazando al campesino, al agricultor, al pequeño ganadero, y mientras tanto, el gobierno continúa manejando el discurso soso y pleno de falsedades de la protección del medio ambiente, de la responsabilidad social empresarial de estos monstruos que compran bocas y conciencias, sobre la minería responsable de estos depredadores que solo generan miseria a cambio de los recursos que se llevan a engrosar sus arcas más allá de nuestras fronteras.

Colombia, como toda región minera sometida a las exigencias e imposiciones de las multinacionales explotadoras, solo será un desierto pleno de hambre, miseria y necesidades básicas insatisfechas cuando las fatídicas locomotoras mineras del presidente Santos arrastren el último vagón de los sueños y las esperanzas de redención perdidas de un pueblo que ya no da más.