El comienzo del año nos trae noticias, algunas sorpresivas, otras obvias, sobre las coaliciones. Fajardo, Claudia López y Robledo terminaron juntos en una coalición con muchos interrogantes.
A pesar de la pataleta de Claudia López, Claudia y Robledo adhirieron a Fajardo. Causa sorpresa el fondo programático de la coalición.
No se entiende cómo se va a armonizar la visión de Robledo, anti-multinacional y con preferencia al desarrollo desde lo público, con la visión de Fajardo y Claudia, que prefiere el desarrollo desde lo privado.
Tan lo saben y lo tienen presente que, en su propio documento programático, indican que “la diversidad de enfoques es la riqueza de la unión de estas tres fuerzas”. Al final, cuando se tiene el poder, los temas de estado se resuelven con un enfoque ideológico concreto.
Es una unión de conveniencia clientelista para sumar votos, totalmente contradictoria en su esencia, pues el eje central de la coalición es la lucha contra la corrupción y el clientelismo.
Quieren tener un mundo mejor, como todos, pero en su documento programático no se ven bases claras para lograrlo, dada cuenta la falta de coherencia ideológica. Gustavo Petro, Clara López y Caicedo, todos con preferencia hacia lo público como eje de desarrollo, han acordado una consulta para el mismo día de las parlamentarias.
No sorprende la coalición de Petro y Caicedo, teniendo en cuenta el historial guerrillero de uno y su cercanía ideológica con la izquierda radical del otro.
Sorprende lo de Clara, niña bien de estrato seis, con ideas de un mundo mejor, pero ahora en sándwich con los dos.
Sólo hay que ver a Bogotá para darse cuenta de que una administración de Petro no puede ser un mundo mejor. De todas maneras, no sorprende, pues Robledo, de quien Clara era, pero, ya no, íntimo amigo y copartidario, la dejó sin alternativa.
Hubiera preferido ver a Clara mejor rodeada con Fajardo, Robledo y Claudia López. Humberto de La Calle, solo, no está ni acá ni allá. Quiere con unos, pero no quiere con otros que a la vez quieren con él. Coquetea con Fajardo, Robledo y Claudia, pero ellos no lo quieren.
Les recuerda el Gobierno Santos en la parte de la mermelada, el clientelismo y, sobre todo, la baja popularidad, así concuerden con la entrega del país a las FARC.
Por otro lado, le coquetean Petro, Caicedo y Clara. De la Calle, que de ingenuo no tiene nada, no se quiere juntar con Petro por ningún motivo, así exista el interés conjunto de profundizar el acuerdo de La Habana.
Germán, estará sin alianza antes de la primera vuelta, pero con el apoyo de lo que es, Cambio Radical, y haciendo lo que más le gusta, política, sumando cacicazgos por aquí y por allá, simplemente para tener mayor representación en el Congreso como golpe de opinión para la jornada presidencial de primera vuelta.
El asco no es una palabra que aplique en el recaudo de caciques y votos. Lo que sume, bien venido, así huela mal o se vea mal. Por otro lado, Iván Duque, Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, aún no han acordado el mecanismo dentro de la alianza Uribe-Pastrana.
Pastrana, que no es ingenuo, quiere una definición entre dos y no entre tres.
Sabe que Ordóñez debilita a Marta Lucía y por ello no lo quiere.
Marta Lucía e Iván, que en principio hubieran querido un acuerdo privado, le temen a cualquier mecanismo por su falta de certeza. Iván, sin embargo, por lo que siempre ha dicho y sostenido, y porque además sabe que tiene el respaldo de un partido organizado, prefiere una consulta a una encuesta.
Marta Lucía, por su parte, quiere una encuesta, pues este mecanismo es menos certero en cuanto a la trasferencia de la favorabilidad de Uribe a Duque. Por otro lado, ella no cuenta con un partido que la apoye para afrontar una consulta en la misma fecha de las parlamentarias. Al final, hay que definir.
La consulta, propuesta por Iván Duque, con la participación de Ordóñez, es lo más sensato para esta coalición, teniendo en cuenta, además, que esta coalición es más coherente que las demás que se están armando.