Acepto la acusación, estoy monotemático. Empiezo el año como terminé el pasado: insisto en que hoy no hay nada más importante que ganar las parlamentarias y las presidenciales, ojalá en la primera vuelta, y en que para eso es indispensable la gran alianza republicana.
Vuelvo sobre ello porque veo con creciente preocupación las dificultades de los aspirantes de ponerse de acuerdo en las reglas de juego para la escogencia del candidato único. Peor aún, percibo que hay quienes vienen sembrado la malsana idea de que la alianza no es necesaria. El error es mayúsculo. Sin ella ninguno, ni Duque, ni Ordoñez, ni Ramírez, tiene garantizado llegar a la segunda vuelta ni, mucho menos, ganar.
Regresemos a lo fundamental. El diagnóstico es claro: el pacto entre Santos y las Farc y lo que santismo e izquierda han hecho para implementarlo, lesionaron de manera gravísima la democracia, el estado de derecho y la economía. Caminamos al borde del abismo, no debemos olvidarlo. Si se elige al gobierno “de transición” que pretenden Santos y las Farc, la crisis democrática, institucional y económica se ahondará y las posibilidades de salir de ella será muy lejana. Nos jugamos el futuro.
Y para ganar, ojalá en primera vuelta, y devolverle la esperanza a Colombia, la alianza es indispensable.
Debemos partir del principio de que van a votar contra nosotros, todos juntos, sin importar quien sea nuestro candidato, con la excusa de defender lo pactado. En la segunda vuelta serán todos contra nosotros. Claro, hay que empezar por llegar a ella. Una obviedad, pero algunos lo están olvidando.
Se ha sugerido aplazar la definición del mecanismo de escogencia del candidato para después de alcanzar un acuerdo programático. Me atrevo a sostener que el consenso ya existe, al menos en lo fundamental. Está construido con base en las ideas y postulados sobre la democracia republicana, el estado de derecho, la propiedad privada y la economía de libre mercado que se defendieron con ocasión del plebiscito y de la implementación de lo pactado con las Farc.
A ello hay que agregar la defensa de la familia y la vida, en lo que también habría acuerdo, si se cree en lo que han expresado públicamente los candidatos en los foros del Centro Democrático, los debates en televisión y radio, y el adelantado en Cartagena en diciembre pasado. De manera que ese no debería ser un obstáculo para avanzar. Ahora, si se tiene alguna duda puntual debe plantearse de manera inequívoca, para ver si es un punto fundamental y sobre el mismo hubiese una diferencia insalvable.
También se piden garantías y celeridad. Las condiciones de igualdad y transparencia, no tengo duda, están en el centro de las preocupaciones de los compromisarios de los presidentes Uribe y Pastrana. Deben asegurarse de que se extiendan a todos. Por lo demás, coincido en que escoger el mecanismo es urgente, pero difiero en que tenga que implementarse de inmediato. Decidir el mecanismo no admite espera porque, como estamos viendo, la discusión genera roces y puede provocar heridas, porque la base de la alianza está confundida, porque los candidatos deben conocer las reglas de juego para prepararse para competir y ganar con ellas. Sin embargo, la puesta en marcha del mecanismo y, por tanto, la escogencia del candidato puede esperar un par de meses, de manera que los ciudadanos puedan establecer las diferencias de carácter y de propuestas puntuales entre los distintos candidatos y decantar así sus preferencias por uno de los tres.
Mientras tanto, todos sin excepción, Centro Democrático (CD) y seguidores de Ordoñez y Ramírez, debemos trabajar porque en marzo elijamos el mayor número de senadores y representantes del CD. En tanto que salvo el CD ninguno tiene candidatos al Congreso, esa bancada será fundamental para el próximo cuatrienio, sea cual sea el presidente y estemos en el gobierno o, Dios no lo quiera, en la oposición. Esos congresistas serán la columna vertebral de la nueva coalición parlamentaria.
Planteé la necesidad de una alianza republicana hace un par de años. Es vital para Colombia. ¡La Patria es primero!