A su paso el 2017 nos dejó muchas cosas, algunas buenas otras no tanto. Para los católicos, la visita del Papa Francisco será un acontecimiento inolvidable y representativo para su fe; los amantes del futbol, sufrimos hasta el último minuto para ver clasificar a la selección Colombia al mundial de Rusia 2018; las madres trabajadoras, tendrán un poco más de tiempo para amamantar a sus hijos, ahora no 14 sino 18 semanas de licencia de maternidad.
Pero no todas las cosas fueron buenas en este pasado año, nos queda un IVA del 19 % que nos aprieta un poco más el bolsillo; una firma extranjera, Odebrecth, nos mostró lo profundo que pueden llegar a ser los tentáculos de la corrupción; el gobierno de turno, nos enseñó todas las maravillas que se pueden lograr con la mermelada, aunque el pueblo diga no, untando un poco aquí y un poco allá se puede convertir en un sí; las Farc nos demostró que delinquir paga, no es necesario ser ciudadano de correcto actuar para llegar a la política, se logra también siendo un terrorista. Además, se puede mantener la misma razón social para seguir atormentando a sus víctimas.
La naturaleza nos dio un duro golpe en Mocoa, centenares de compatriotas muertos tras la avalancha en este municipio del Putumayo, los sobrevivientes de esta tragedia recibieron el año nuevo a esperas de las ayudas que se anunciaron a todo pulmón desde diferentes sectores. La controversial firma del acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc le mostró el camino de la negociación al Eln, quienes sin cesar su accionar criminal se aproximan a la impunidad del benevolente manto gubernamental. Los profesores dejaron las aulas para salir a las calles, no a dictar clases a domicilio, sino a protestar por una mejora salarial.
Despedimos el 2017 con una pugna tradicional para la negociación del Salario Mínimo entre trabajadores y gobierno, finalmente siempre termina igual, fijado por decreto. El universo macondiano de nuestro amado país, no dejó de sorprendernos en este pasado año con la captura del fiscal anticorrupción. Entre noticias agradables, otras tristes, pocas esperanzadoras, escándalos de corrupción y violencia casi cotidianos, despedimos y recibimos un año más.
El 2017 se despidió y nos trajo un 2018 de incertidumbre política, se viene un año electoral con un escenario sin precedente en nuestro país, con nuevos actores y sin un conflicto armado predominante. Esto, no es solo una oportunidad política de generar nuevos cambios de desarrollo, sino un compromiso ineludible de los ciudadanos de hacer un responsable ejercicio electoral.