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Tradiciones de fin de año

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com
Le debemos a Julio Cesar el cambio de año el primer día de Enero. Jano, dios de los comienzos y finales, tenías dos caras: una que miraba hacia atrás, el pasado, y otra que lo hacía para el futuro, hacia adelante. En la antigua Roma, el primer día del mes de Jano –Enero, como lo llamamos hoy-, los cónsules asumían el gobierno, pero su cambio de año calendario se hacía el primer día del mes de Marte, Marzo. Esa costumbre se generalizó y durante el siglo XX casi todas las culturas la adoptaron, inclusive países que tienen sus propios años nuevos.


La nochevieja, el día anterior al cambio de año, se celebra en el mundo, empezando por Samoa, Kiribatí (Pacífico Sur) gracias a una decisión comercial del Primer Ministro Tuilaepa Sailele. La International Data Line es una línea imaginaria situada al oeste de la isla que define el cambio de día; suprimieron el 30 de diciembre de 2011, quedando así como el primer país del mundo en recibir el sol y el año nuevo y, Apia, la primera ciudad. Paso seguido, toca a Nueva Zelandia, Rusia, los territorios franceses de ultramar, la isla de Wake (USA) y Australia, continuando así hasta dar la vuelta completa en 24 horas, finalizando en otra Samoa: la estadounidense, localizada al este de la primera.

Los ritos y celebraciones cambian de país a país, según sus costumbres y creencias, con mucho significado religioso. La pirotecnia domina, con magnos eventos en Australia, China, Rusia, Europa, Oriente Medio y toda América. Sidney inicia con 80.000 fuegos artificiales frente a más de 1,5 millones de espectadores presenciales. En Valparaíso, está la celebración más extensa, 30 kilómetros de fuegos artificiales frente a la playa ante 2 millones de espectadores, Año Nuevo en el mar. En Nueva York más de 3 millones de personas aclaman el nuevo año, especialmente en Times Square. Dubái rompió el record de fuegos artificiales, con 450.000.

Cada país tiene costumbres distintas: en Francia, las parejas se besan debajo de un muérdago a media noche. De España tomamos la costumbre de comer 12 uvas al compás de las campanadas del reloj, mientras se destapan botellas de sidra o champaña. La quema del Año Viejo, un muñeco relleno de trapos y papel es usanza en toda Colombia y, tal como las Fallas de Valencia, simboliza rituales de purificación. Los japoneses limpian sus casas adentro y afuera, y un gong a medianoche simboliza el perdón por los errores cometidos. Los escoceses salen de sus casas a saludar a sus vecinos: supersticiosos como han sido siempre, consideran de buena suerte que la primera persona en entrar a una casa sea un hombre alto, moreno y apuesto. En Dinamarca rompen los platos de la cena para atraer la buena suerte. Las lentejas en Italia equivalen a las 12 uvas en España, mientras que la tradición inglesa, tras sonar las campanadas, es visitar a familiares y amigos, procurando siempre la reconocida puntualidad. La lencería roja en España, equivale a la amarilla en Colombia y Perú.

Las cenas de San Silvestre con copiosas. Los portugueses inician con 12 uvas pasas previas a una cena que puede incluir mariscos, bacalao y pavo. Los italianos, además de sus lentejas –con cottechino, en las regiones norteñas- tienen variedad de embutidos y carnes acompañadas generosamente. Los ingleses, al son del Big Ben que retransmite la BBC desde 1984, entonan todos juntos la canción ‘”Auld Lang Syne”, antes de su Christmas Pudding. Los alemanes dejan restos de la cena en el plato para asegurar la despensa llena. En Polonia, el arenque en escabeche y las verduras de hoja verde que simbolizan dinero, garantizan prosperidad. Por su parte, los noruegos esconden una almendra en la cena, para bendecir a quien la encuentre, tal como la costumbre griega del Pan de Basilio que contiene una moneda.

En Colombia no falta el recorrido con una maleta esperando que la suerte transforme el rito en un añorado viaje. Pero ya las celebraciones no ocurren únicamente en los hogares; hoteles, restaurantes, centros y fincas se convirtieron en escenarios alternos para esperar el cambio de año, siempre con las esperanza de tiempos mejores. A todos los lectores que dedicaron valioso tiempo a este espacio, les deseo todo lo mejor y muchos éxitos.