A finales de 1969, Mario “Lobo” Zagallo reemplazó como técnico de la Selección Brasil al polémico exfutbolista y periodista Joao Saldanha.
Para el siguiente torneo ecuménico apareció una revolución proveniente de Holanda. El técnico Marinus “Rinus” Michel dirigió una asonada contra la lírica imperante: el sorprendente fútbol total. El Ajax introdujo los conceptos de rotación y relevo, sin posiciones estáticas y la obligación de todo el onceno de defender y atacar. Las bases tácticas eran la posesión del balón, presión ordenada y triangulación para hacer fluir el juego. Gracias a su novedoso sistema, Holanda, “surgida de la nada”, llega dos veces consecutivas a la final frente a las selecciones locales (sucesivamente, Alemania y Argentina, ambas coronadas campeonas). Claro, la nómina, encabezada por Cruyff y Neeskens, era deslumbrante. La “naranja mecánica” escribía páginas históricas rompiendo las tradiciones.
Si México en 1970 vivió el esplendor del balompié espectáculo basado en la técnica, asistiría en 1986 a otra rebelión acaudillada por Carlos Bilardo; una especie de catenaccio moderno. Futbol fundamentalmente táctico y físico, al filo del reglamento y resultadista -llamado antifútbol por sus críticos-, en el cual Diego Maradona encontró su gloria: suelto y libre para decidir, todos para él y él para todos. Por sus características, ese estilo se fue apagando y varió hacia sistemas con más elaboración y técnica.
España sería la cuna del renacimiento futbolístico actual. En 1971, en el ignoto Sampedor (Cataluña), nacía Pep Guardiola. Jugar en el Barcelona fue paso obligado, y lo hizo con categoría. Allí tomó los conceptos de Michel y Cruyff, cuño del balompié catalán, que siempre aplicó en la cancha. Después de su retiro del fútbol, se vinculó como técnico a las inferiores del Barcelona; posteriormente asume el primer equipo, avasallando a sus contendores y ganándolo todo. Además, tenía un combo fantástico: Messi, Piqué, Dani Alves, Xavi, Iniesta, Busquet, casi todos formados en casa. Pero potenciar un colectivo así no es tan fácil; el manejo de egos y la cohesión del grupo, el aspecto mental, la idea de juego y el orden táctico, el posicionamiento y las funciones de los jugadores en la cancha, las variantes tácticas, las presiones externas, varios torneos simultáneos o las convocatorias de los seleccionados nacionales. Ese Barcelona, quizá el mejor equipo de la historia, deslumbró por su juego, en el que estaba claro el concepto de Pep: presión, posición y precisión. Parece simple, pero lograrlo requiere mucho trabajo, memorización táctica y comunicación fluida entre el cuerpo técnico y los jugadores.
El papel de un técnico no se limita a escoger una nómina, impartir instrucciones básicas previas a un partido o entrenar a su equipo durante la semana. Cuando se les permite montar un proceso, deben establecer metas de corto, mediano y largo plazo mientras se estructura la idea de juego, se escogen jugadores para realizar tareas específicas, preparar física y técnicamente al plantel para desplegar esa idea, además de muchos otros asuntos. Ha habido varias transformaciones en el fútbol conducidas por verdaderos genios; ahora hay algunos brillantes y vendrán otros con sus revoluciones. Actualmente, el duelo entre Guardiola y Mourinho –otro iluminado- es un ajedrez en movimiento en el que Pep aventaja al portugués. Sin duda, el catalán puede ser considerado el mejor entrenador de todos los tiempos: sus impresionantes cifras lo demuestran y sus sucesores tendrán el sello de marca blaugrana. Diez años como entrenador le han entregado 21 títulos, 14 de ellos con Barcelona, 7 con el Bayern Múnich (Eurocopa, Mundial de Clubes, torneos locales, el único sextete de la historia, etc.) y ahora con el Manchester City espera una espléndida cosecha. Más importante que su estilo y sus resultados, es la semilla que siempre siembra para sus herederos: tácticamente se puede jugar bien, agradar al espectador y triunfar categóricamente. Como lo hace Pep.