Como era de esperarse, el gran ausente en la COP23, a la que concurrieron 197 países acreditados, fue EEUU, país este que se quedó íngrimo por fuera del gran consenso alcanzado en la Cumbre de París, después que Nicaragua que, en un principio se había negado a suscribirlo por considerarlo insuficiente, se adhirió al mismo en octubre pasado y Siria, que también estaba por fuera concurrió esta vez a Bonn para anunciar su decisión de acogerse a los términos del Acuerdo. Por primera vez, en esta Cumbre, la segunda después del histórico Acuerdo de París y la primera desde que Trump anunció el retiro de EEUU del mismo, no se izó el pabellón de las barras y las estrellas que distinguen la bandera de los EEUU.
La COP23 tuvo un carácter más técnico que político, se ocupó básicamente de la reglamentación del Acuerdo de París, tratando de definir los criterios de control mutuo y transparente de las emisiones que se pondrá en práctica, estipular los plazos de la ayuda y la asistencia técnica, la financiación a mediano y largo plazo, temas todos muy sensibles y complejos que muy seguramente serán trabajados y plasmados en un borrador que será sometido a la consideración de la próxima COP24 que tendrá lugar en diciembre de 2018 en Katowice (Polonia). No obstante, el próximo 12 de diciembre, cuando los mandatarios que hacen parte del Acuerdo se darán cita en París, para reafirmar el compromiso adquirido en 2015, será una ocasión propicia para darle un nuevo impulso a la ímproba tarea de su implementación.
Y no es para menos, dado que, como lo sostiene la Directora de Visión de Transforma y asesora sénior de la Misión 2020 Isabel Cavelier, estos tres años venideros son críticos porque “la ciencia ya nos ha dicho que en 2020 la curva global de emisiones tiene que empezar su declive hasta llegar a cero en 2050. Si no logramos hacer ese cambio, cerraríamos la ventana de oportunidad para hacer una transición que sea justa, que sea manejable para la economía y que les permita a los ecosistemas adaptarse”.
Las principales ONG del mundo que concurrieron a la Cumbre de Bonn se mostraron satisfechos por lo logrado, claro está sin dejar de plantear la necesidad de que, además de cumplir el Acuerdo de París, este debe ser más ambicioso para ver frenar el Cambio Climático. Una de las más críticas, como es la WWF, reconoció y destacó a través de un comunicado oficial de la misma el haber logrado “sentar las bases para aumentar la ambición en la lucha contra el Cambio Climático hasta 2020 y más allá”.
En todo caso, la ausencia de los EEUU no se notó, no hizo falta, pues, como lo atestigua Isabel Cavelier “el mundo ya superó el anuncio de Trump, esto sigue avanzando”. Además, aunque Trump se apresuró en junio pasado a anunciar el retiro de EEUU del Acuerdo de Paris que había firmado su antecesor en París en diciembre de 2015, ello no se hará efectivo antes de que concluya su mandato, porque así lo prevé el mismo Acuerdo.
Lo que podrá hacer y es lo que está haciendo es marginarse de la toma de decisiones en el marco del Acuerdo, como las que se acaban de tomar en la COP23. Lo propio ocurrirá con su derogatoria del “Plan de Energía Limpia” de Obama, son sólo tiros al aire. Los demás países no van a desfallecer, siguen honrando sus compromisos, pues ellos entienden, como lo diría el brillante escritor colombiano Jorge “no hay tiempo que perder, hay vidas por ganar”.