Conocí otro Álvaro Uribe. La cátedra universitaria permite a quienes pasan por ella crear criterios sobre diferentes temas, construye una forma de pensamiento sobre unas verdades unas absolutas y otras variables.
Recuerdo cuando entre a la universidad, la serie de debates sobre el gobierno Uribe y sus resultados fueron muchos. Nosotros los estudiantes en medio del inicio académico vislumbrábamos algunas ideas y argumentos, sin embargo los profesores en medio de su experiencia y sus asombrosas hojas de vida persuadían a los estudiantes y empezaban a construir una imagen sobre Uribe – la mayoría -, una imagen que me negué a creer desde el principio, una imagen desdibujada de lo que creo es la realidad.
Aunque aquella decisión de negarme esa realidad que los profesores describían, no fue solo un capricho de la rebeldía de la juventud, hizo parte de una decisión documentada, donde indagaba cada detalle de eso que hablan mal de Uribe, “paramilitarismo”, “chuzadas”, “AIS”, “familia”, entre otros temas.
Y puedo decir, en la ruta de navegación de ese mar de acusaciones que hacían en contra Uribe nunca encontré un indicio que probara algo de lo que decían. Leer extractos de los libros de Iván Cepeda, ver los videos de youtube sobre Uribe, a favor y en contra – al punto de aprenderme de que trata cada uno -, leer columnas contradictorias, repasar a Coronell y otras actividades que hacían en el tiempo libre universitario todo con el fin de ver si “Uribe es tan malo como los profes dicen”, para hoy poder decirlo con franqueza, no he encontrado nada.
Tiempo después, convencido que Uribe ha ejercido correctamente la vida pública, decidí apoyarlo y con ello ser parte de una familia grande de colombianos el Centro Democrático y sus inicios, allí en medio de un universo grande de personas, hechos, viajes, momentos, conocí a Uribe, aquella persona de la cual por semestres los profesores habían hablado, del cual había leído y visto tantos videos, aquel que se enfrentaba con otros presidentes y demás hechos, que me llevaron a sentir curiosidad por saber más sobre esa persona. Al fin lo conocía y empezaba allí una etapa diferente.
Cuando lo conocí, la historia fue otra, posiblemente en esta columna no podre describirlo y seguramente tendré que acudir a otro medio para explicar en detalle, sin embargo lo que puedo adelantar, es que ese Uribe, el Uribe que conocí es totalmente distinto al que en la universidad me decían que iba a ser, ese Uribe es otra persona distinta al que la repetición de las emisiones de noticias que vi, donde lo mostraban muy bravo y contundente.
El Uribe que yo conocí es otro Uribe, el Uribe que yo conocí es seguramente un Uribe distinto al que han creado a miles de colombianos, sobre todo jóvenes, un Uribe que escucha y decide es la antítesis del Uribe que muchos profes y medios han querido vender. Si una enseñanza me llevo de la universidad es poder de decir “yo conocí a otro Uribe”.