No nos cansamos de escuchar y repetir en todos los escenarios que Colombia tiene todas las características para ser un destino turístico de nivel mundial; sus paisajes únicos, la gastronomía, la variedad de climas y la calidez de nuestra gente, así lo confirman.A pesar de ello, en el 2016 sólo ingresaron 5 millones 92 mil turistas extranjeros, sin descontar de ahí a los miles de ciudadanos que llegaron desde Venezuela y que muy seguramente no vinieron de turismo.
Preocupa también que en el 71% del turismo hay informalidad laboral y tan solo el 21% de los destinos turísticos son promocionados por medios virtuales, dejándonos por fuera de la competencia mundial. Como si eso fuera poco, Colombia aparece registrado en la Travel Warning List, lo que nos reduce otro gran número de turistas extranjeros.
Ante este panorama urge implementar una serie de medidas que ayuden a que Colombia tenga en el turismo una oportunidad de ingresos y de generación de empleo digno y de calidad. Pero para que este reglón de la economía crezca con dinamismo, lo primero que se debe hacer es implementar una política de seguridad turística, porque sin seguridad no hay turismo, y sin seguridad es imposible salir de la lista de alertas de viaje que emite el Departamento de Estado.
Un gobierno que quiera generar desarrollo a través del motor del turismo no puede escatimar esfuerzos a la hora de brindar capacitación y formalizar a los pequeños hoteleros; de promover la conectividad, y de mejorar la infraestructura en turismo, potenciando el ecoturismo.
Otro aspecto que no es menor y que por el contrario puede ser la gran barrera ante el mundo es que Colombia está atrasada en la promoción digital del turismo y la capacitación y la bancarización de pequeños hoteleros, por lo que habrá que hacer uso adecuado de las tecnologías para poner el turismo colombiano a nivel de la promoción mundial. Asimismo, es indiscutible que hay que regular lo que se conoce como la ‘parahotelería’.
En medio de innumerables paisajes y variedad de climas, es imposible que la política de turismo no defina, fortalezca y active unos circuitos turísticos regionales, lo que debe ir acompañando del embellecimiento de monumentos emblemáticos de cada región. En las ciudades de nuestro caribe la tarea es larga. Es allí también donde el ecoturismo entra a jugar un papel protagónico, se debe permitir su explotación con toda la responsabilidad y altas exigencias de protección a nuestros recursos naturales. Esta propuesta hay que implementarla de la mano de alianzas público-privadas promotoras de bioturiusmo; fortalecer el programa de posadas turísticas que se implementó en el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez (ejemplo: Cabo de la Vela, La Guajira), y crear e implementar un modelo de turismo sostenible.
En Colombia debemos proyectar el turismo como ‘una experiencia única’, que sea competitivo, sostenible, responsable y respetuoso de costumbres socioculturales; que genere empleo formal, estable y bien remunerado, y que impulse emprendimientos con comunidades locales.
Nota. El próximo Presidente de Colombia tiene que comprometerse con Santa Marta en la búsqueda de soluciones reales a la problemática del agua potable, mientras tanto será muy difícil seguir hablando de turismo y desarrollo económico y social.