En esta etapa de destape de tanta corrupción en Colombia, donde muy pocos se salvan, los honestos que son la mayoría, cuando trabajan en sectores públicos y privados que no son transparentes, tienen una poderosa arma en sus manos, que no usan.
Recientemente se han visto carreras frustradas por no haber reaccionado a tiempo. Gente muy joven que se ha dejado deslumbrar por esa aureola que construyen muchos bajo artimañas a veces poco visibles. Claro que una renuncia oportuna que puede destapar un escándalo hará que el valiente que se atreve a hacerla, tendrá un período por el desierto, que puede ser largo o corto. Pero no hay nada mejor que poder dormir tranquilo, con una conciencia que no lo despierte a media noche tomándole cuentas por haber apoyado con la complacencia, conductas torcidas.
Pero cuando se trata de compañeros del mismo nivel, por muy alto que sea, no puede justificarse con la solidaridad de grupo, el callar o acompañar actos incorrectos. En este caso también está la renuncia oportuna que obligará a destapar entuertos. Esto es lo que han debido hacer los miembros de la Corte Suprema de Justicia, para obligar a Gustavo Malo, que le hace honor a su apellido y quien, a pesar de las fuertes acusaciones en su contra, se niega a retirarse. En vez de enredarse buscando mecanismos para sacar a este juez de cero en conducta, el impacto de una renuncia masiva de sus colegas, habría causado un doble efecto. Habría obligado a Malo a renunciar, y el resto de miembro de esta Corte no tendría que salir a demostrar su honestidad.
Pero desafortunadamente no utilizaron el poder de este instrumento por razones que no justifican su actitud. Seguramente perder los privilegios de que gozan estos miembros de todas las Cortes los frena, porque perder esas prebendas en estos momentos difíciles del país, para algunos puede ser una especie de suicidio. Sin embargo, es bueno recordarles que perdieron la oportunidad de su vida de quedar no solo como los más honestos dentro de los honestos, sino como solidarios con una sociedad que está asqueada de lo que está pasando en la justicia colombiana. Por eso es bueno recordar el inmenso poder de una renuncia oportuna, cuando de velar por la transparencia en esta sociedad tan llena de corrupción se trata. Es una verdadera lástima porque el juez Malo sigue atornillado a su silla y ustedes sus colegas así no lo acepten, mientras él siga en su puesto, corren el peligro de aparecer como complacientes o temerosos. Está por verse, si cambiar el reglamento de la Corte, como ustedes pretenden, logra depurarla de semejante escándalo.