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Mié, Dic

El silencio socialista

Columnas de Opinión
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Llama la atención el silencio cómplice que guarda la izquierda colombiana ante las atrocidades del socialismo. No debemos ir muy lejos, basta echar un vistazo a nuestro pasado y observar nuestro presente, para darnos cuenta de todo lo que el comunismo es capaz de hacer para llegar al poder. Finalmente, destruyen todo para conservarlo.


Emplean todas las formas de lucha, desde la más cruel como la vía armada, sin la más mínima consideración de los Derechos Humanos, pasando por lo académico, donde infiltran universidades para transmitir sus doctrinas, hasta la más diplomática, como la vía política en busca de adeptos dentro y fuera del país. Nunca reconocen sus errores, culpan a la derecha de todos los males del universo y se excusan en los demás para justificar sus crímenes.

Si algún pueblo es testigo de todo esto, somos nosotros, el pueblo colombiano. Aunque, también hemos sido víctimas de una clase política tradicional que ha polarizado las clases sociales. No sabemos que es peor, esforzarnos para ser de la clase media que sostiene el país, o resignarnos a vivir en la miseria que reparte el comunismo para todos por igual.

Pero, de todas estas cosas peculiares del universo macondiano, una en particular me llama la atención. Siendo la crítica política una de las armas más poderosa de la izquierda en Colombia, ¿Por qué nunca se han pronunciado ante los crímenes cometidas por las Farc?; no solo eso, también guardan silencio ante los incumplimientos del acuerdo de paz por parte de esta guerrilla.

Dicen ser defensores de los Derechos Humanos, pero no reprochan en lo más mínimo el hecho de que las Farc hayan reclutado niños para la guerra. Y aun, después de firmado el fin del conflicto armado los conserven bajo el yugo del secuestro. Además, también guardan silencio ante todas las violaciones que se comenten en el país vecino para imponer una dictadura. ¿Será ese el futuro al que nos quieren llevar? 

Muy fácil criticar y callar a conveniencia. Más fácil aun, es esgrimir un discurso socialista cuando se viste prendas finas, se pasea en lujosos yates, en vehículos costosos; se toma whisky y se disfrutan todas las mieles del capitalismo. No conozco el primer dictador comunista que regale su fortuna para beneficio de los pobres ni se siente en la misma mesa a comer de lo mismo que come el pueblo.   

El silencio, también resulta siendo un arma del socialismo. Es la complicidad con la que se cobijan los camaradas. Arremeten en contra de todos aquellos que no compartan su ideología, censuran cualquier crítica a su política, acaban con la democracia y la división de poderes; bajo ninguna circunstancia aceptan que se han equivocado. Sínicamente, callan cuando observan todo esto.  

Si analizamos la situación de nuestros vecinos más cercanos, nuestro panorama no es muy alentador. Estamos en un momento trascendental para la historia de nuestro país. Después de más de cinco décadas infructuosas de lucha armada, la guerrilla de las Farc entrega las armas para hacer política. Se acercan las elecciones presidenciales, donde es muy probable, una coalición de la izquierda socialista para alcanzar la presidencia.  

Bajo este escenario, surge otro interrogante ¿Qué futuro político le espera a nuestro país?, de primera mano, conocemos toda la problemática que viven nuestros hermanos venezolanos, observada en silencio cómplice por el socialismo colombiano; el mismo que quiere llegar al poder. Fácilmente, podemos encontrar nosotros mismos la respuesta.

Basta con mirar un momento hacia Venezuela, donde, tristemente, encontramos el ejemplo del que puede llegar a ser nuestro futuro si la guerrilla de las Farc llega a gobernar. Ya los conocemos; ojala, no se nos olvide de lo que son capaces. Si hoy callan ante todos los crímenes cometidos por el socialismo del siglo XXI, para sostenerse en el poder, no nos quede la menor duda que acá podría ser peor.