La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a un foro programático del Centro Democrático (CD) en Cartagena. Con lleno completo, los precandidatos del CD expusieron sus planes y programas, profundos y detallados, sobre el emprendimiento. No obstante, quisiera hacer especial mención y felicitar al CD por haber invitado al conferencista principal, Samuel González, un mexicano que participó activamente en la elaboración de la ley de emprendimiento de México.
Específicamente, le solicité al conferencista que indicara tres temas puntuales que incluía la ley mexicana respecto al emprendimiento. Pensé que lo más importante era el financiamiento y la exención de impuestos para los emprendedores y nuevos negocios. No obstante, lo que indicó el conferencista es que, en primer lugar, lo más importante para lograr emprendimiento era la educación direccionada hacia el emprendimiento. No basta, por lo tanto, educar en conocimientos técnicos, habilidades básicas o crear profesionales.
Lo importante es educar para el emprendimiento, para tomar riesgos e innovar. Es cambiar el “chip” hacia innovar y emprender, a que se formen emprendedores y no solo posibles empleados calificados. Para González, muchas veces el emprendedor simplemente debe saltar al vacío y construir un avión en la medida que está cayendo. Es un estado de ánimo y una postura de vida que se forma desde los primeros años. En segundo lugar, indicó que la apertura de mercados y la posibilidad de comercialización es clave en el desarrollo de la cultura del emprendimiento.
El Estado debe facilitar la creación de oportunidades comerciales para los emprendedores. Esto se puede hacer a través de ferias, acuerdos bilaterales y multilaterales y, en general, facilitando el intercambio entre las diferentes culturas y países. Así, no sería posible crear una cultura de emprendimiento y tener emprendedores exitosos si no existe una política de Estado que apoye los esfuerzos de los emprendedores para abrir mercados y aprovechar los mismos. En tercer lugar, la política de Estado debe también direccionarse hacia la reducción y flexibilización de los trámites, en especial aquello relacionado a la constitución y manejo de las sociedades como herramienta para canalizar y formalizar el emprendimiento. Claramente, por el tiempo, el Señor González no se refirió en la contestación a las políticas de Estado referentes a la financiación y a las exenciones de impuestos. No obstante, los precandidatos trataron estos dos asuntos.
De especial importancia resulta contar con un banco de las oportunidades o del emprendimiento o fortalecer Bancoldex, para facilitar créditos blandos a los empresarios emprendedores, al igual que la expedición de normas tributarias que hagan más barato, más rentable y más fácil iniciar un nuevo negocio y ser emprendedor. Esto también con el fin de eliminar barreras que el incumbente podría tener sobre los nuevos jugadores o empresarios. Por todo ello, el sistema tributario debe reformarse de manera que no castigue los primeros años de operación de las empresas e incluso erradique instituciones tributarias antitécnicas como la llamada renta presuntiva. Tampoco, el sistema tributario, debería castigar la acumulación de capital, como hoy hace a través del impuesto a la riqueza, el cual castiga el éxito empresarial e impide que recursos adicionales sean invertidos en actividades de investigación y desarrollo y por ende en nuevos emprendimientos o líneas de negocio. En síntesis, si queremos ser un país de emprendedores, se requieren cambios profundos en el Estado y sus instituciones y, sobre todo, en nuestra forma de pensar.