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Jue, Nov

Valores humanos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Saúl Herrera Henríquez

Saúl Herrera Henríquez

Columna: Opinión

e-mail: saulherrera.h@gmail.com
Es triste que vivamos en una sociedad donde escasean los valores humanos (verdad, rectitud, amor, paz y no violencia), conceptos universales conductores de la acción que se encuentran en todas las culturas, todas las sociedades y en todos los lugares donde los seres humanos interactúan con los demás.


Esencias eternas que elevan la vida humana a su máxima expresión y más alta capacidad. Tienen una energía intrínseca y dinámica, no siguen las leyes de la ciencia física, no pueden ser agotados, se multiplican a medida que se aplican, utilizan, expresan, ejecutan; y cuando esto sucede, el beneficio es mutuo tanto para el emisor como para el receptor. Tienen una energía inherente de que se fortalecen y se multiplican en la medida que se utilizan. Están presentes y rápidamente identificados cuando actuamos con la unidad entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Unidad de pensamiento, palabra y obra que se llama integridad.

No siguen la ley del cuadrado inverso, no sufren una disminución con el tiempo y el espacio. Son opciones, guías para la acción y el comportamiento. Son dinámicos y fluidos, no son unidades discretas, son de múltiples capas, multi-contextual, muti-faceticas. No tienen límites rígidos y aplican en todos los compartimentos de la conducta: la elección y la motivación. Están vinculados a la emoción, a la energía, el impulso de la mente al expresar el sentimiento y la acción. Son como dijimos esencias eternas, donde siempre están en la búsqueda de mejorar a un individuo como persona, e incluso a una sociedad. Debemos tener en exacta cuenta que los valores humanos y los valores morales (los que llevan al hombre a defender y crecer en su dignidad en cuanto persona, porque indefectiblemente el valor moral conducirá al hombre hacia el bien moral, que como sabemos, es aquello que lo perfecciona, lo completa y mejora), son totalmente diferentes.

Valor es aquello que hace buenas a las cosas, aquello por lo que las apreciamos, por lo que son dignas de nuestra atención y deseo. Los valores dignifican y acompañan la existencia de cualquier ser humano. Estos reflejan la personalidad de los individuos y son la expresión del tono moral, cultural, afectivo y social marcado por la familia, la escuela, las instituciones y la sociedad en que nos ha tocada vivir. Todos influimos en los valores, pero el que se educa es uno mismo. Son el alma del ser humano, quien no tiene valores no sabe lo que es vivir ya que el valor de una persona se lo mira en su actitud.

Un problema social existe a decir de expertos, cuando un grupo de influencia es consciente de una condición social que afecta a sus valores, y que puede ser remediada mediante una acción colectiva; razón porque deficiencias sociales como la violencia, la ignorancia, la desigualdad, las enfermedades, la ausencia de oportunidades, la corrupción, la impunidad y la pobreza, requieren ser impulsadas por programas cívicos que fortalezcan los valores y principios con lo que la sociedad debe vivir y compartir a diario en sana paz y convivencia plena.

Requerimos enaltecer los altos valores, construirlos entre todos, ya que sólo así nuestra democracia habrá de transitar con rumbo, sentido y dirección. Todos los escenarios debemos aprovecharlos para que sean espacios reflexivos de cátedra permanente, en la comprensión que tenemos la obligación de aprender los valores del trabajo con disciplina; de prácticas de actitudes con honestidad y profundo sentido de equidad, como derroteros que orienten la conducta de una nueva sociedad y lograr así la paz perdida donde la vida humana sea real y verdaderamente el grande valor, lo opuesto es seguir cohonestando con la delincuencia y sus horrores.

entes de control pero el hoy Contralor, Fiscal y Procurador, que son quienes deben vigilar al Estado fueron propuestos y elegidos por Santos (o sea por el Estado a quien deben vigilar y controlar), incluida la perla de dos de sus ministros que renunciaron para ser nombrados Fiscal y Procurador.

La penúltima esperanza es el cuarto poder, el periodismo crítico, que en otros lares ha logrado tumbar gobiernos corruptos pero aquí la prensa se regodea llamando “jugadas de póquer” a las cosas anteriores y periodistas como José Gabriel pasaron de demostrar el ateísmo de Mockus al favorcito de ser nombrados en jugosas embajadas.

La última esperanza que queda es la capacidad de juicio del pueblo colombiano. Para quienes piensen que el país está bien así, tienen la opción de perpetuar a los Santos, a los Uribes, a los Lleras, a los Samper, a los Gaviria como la forma de Estado que mantenga ese status quo. Pero para quienes sentimos que las cosas están muy mal pero que el Estado si puede manejarse de forma distinta, la opción es Robledo a la presidencia.