El pasado 7 de los corrientes mes y año se publicó por parte del diario económico Portafolio una crónica titulada “consumo de aguardiente sufre un declive difícil deparar”, en la cual se llama la atención sobre el comportamiento de la demanda de licores en Colombia, particularmente en lo que hace relación al aguardiente que produce la industria nacional de licores que, según su análisis cayó el año pasado el 32.7%.
Llama poderosamente la atención que quien enciende las alarmas sea la Asociación Colombiana de Importadores de Licores (Acodil) y no la Asociación Colombiana de la Industria de Licores (ACIL), que es la que produce el aguardiente. Como dice el adagio popular, afana más el velón que el dueño de la olla.
Es la Presidenta de Acodil Martha Patricia Gonzalez la que llega a esta preocupante conclusión, para sacar como corolario que “si la ley que modifica el impuesto a los licores pasa su cuarto y último debate en el Senado, la situación empeorará, no solo para los importados sino para los nacionales, como el aguardiente”. Según ella, “el recaudo para las regiones decaerá por el contrabando y por la reducción del consumo”, a consecuencia del aumento de la tasa impositiva prevista en el proyecto de ley de licores que está a un solo debate en plenaria del Senado de su aprobación.
Se trata de magnificar la caída de la demanda y, por consiguiente del recaudo, para disuadir a los senadores después de que estos lo aprobaron en la Comisión III. Se abstiene la Presidenta de Acodil, deliberadamente, de advertir que el estudio realizado por el Ministerio de Hacienda que soporta la propuesta que cursa en este momento tuvo en cuenta la elasticidad – precio de la demanda (1.4)2 y arrojó como resultado que dicha propuesta le significará un mayor recaudo por concepto de impuesto al consumo de los licores entre un 18% y un 20% a los departamentos. Y, en cuanto al contrabando y a la adulteración de licores, se prevén en la ponencia medidas drásticas a ser implementadas para combatirlos eficazmente. Huelga decir que en todas partes del mundo la tendencia es a aumentar los gravámenes a los licores para evitar su excesivo consumo por considerarlo nocivo para la salud.
En Europa están yendo más lejos aún, al fijar precios mínimos de venta para desincentivar el consumo de los licores por la misma razón. Las cifras, para su mejor entendimiento e interpretación, deben analizarse en su contexto y es lo que pretendemos hacer en esta nota. Es importante señalar que si bien se dio una reducción del 27.57%, no del 32.7%, en el número de botellas de aguardiente vendidas entre 2014 (87.075.165) y 2015 (63.070.134), ello fue coyuntural, pues en el primer semestre del año en curso se evidenció un incremento del 12.22% en relación con el primer semestre del año anterior.
Además, concomitantemente con la caída de la demanda de aguardiente entre 2014 y 2015 se dio un incremento en las ventas de ron, también producido por las fábricas nacionales, del 5.19%. Adicionalmente, en este primer semestre de 2016 se dispararon el 50.3% (¡!) con respecto al primer semestre del año anterior. Luego la situación no es tan dramática para las fábricas de licores nacionales como lo aparentan las cifras agregadas.
En el caso de los licores importados, las cifras no mienten. Según información suministrada por el Fondo Cuenta de la Federación Nacional de Departamentos, se dio un incremento del 6% en los recaudos por concepto de licores importados, esto si se le compara con la totalidad recaudada por los 32 Departamentos entre el periodo 2014 ($261.482.106.000) y 2015 ($277.958.319.400). Igualmente, existe un incremento del 28.45% entre el periodo comprendido entre enero y agosto de los años 2015 y 2016 ($143.731.648.400 y $184.629.335.000, respectivamente).
Es bueno también tener en cuenta los factores determinantes del comportamiento de la demanda por licores en el país, varios de ellos exógenos, entre los cuales se destaca la adulteración y falsificación de marcas de licores, así como el contrabando. Si bien el consumo de las bebidas nacionales no ha disminuido tanto, sin embargo, el alcohol adulterado ha aumentado su participación en el mercado.
El estudio realizado entre la Universidad Eafit y la FND, registra que del total de licores nacionales que consumen los colombianos, el 24% es alcohol ilegal; destacándose que el porcentaje más alto corresponde a alcohol adulterado (17%) en relación con el licor de contrabando (7%). De acuerdo con el análisis efectuado por las autoridades competentes, le es más rentable al delincuente adulterar que ingresar de contrabando licores al territorio colombiano, convirtiéndose en una actividad que ha aumentado en los últimos años pese a la lucha de la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación para contrarrestar este flagelo.