Muchas personas viven sumergidas en un mundo material ataviadas por la apariencia, la vanidad y la prepotencia; pero muy distantes de la discreción, la sensatez y de la realidad circundante, y por supuesto a años luz de la humildad. Hoy día en este mundo descompuesto, la persona vale por lo que tiene, por el lujo y la opulencia; más no por la belleza de su interior, de los bellos y nobles sentimientos que manan de lo más profundo de sus alma, de su espíritu.
Basta pararnos en una esquina o detenernos en una calle cualquiera, para darnos cuenta de la indiferencia y los gestos y ademanes mal intencionados de ciertas personas que pasan por nuestro alrededor ; este tipo de manifestaciones duelen y hieren la susceptibilidad de las personas, especialmente si provienen de familiares, parientes y amigos. Sé y comprendo la razón por la cual lo hacen; pero esta indiferencia tiene
Un sentimiento de exclusión, el cual debe ser erradicado del entorno social. Es pertinente recordar aquella vieja y diciente canción del doctor Jorge Villamil que dice en uno de sus estribillos: "Amigo cuánto tienes, cuánto vales, principio de la actual filosofía…" Es el referente musical de esa sociedad vanidosa y excluyente que hostiga y asfixia literalmente a las personas que de alguna manera practican actos éticos , morales y cristianos. Pareciera que la palabra humildad y la sencillez no aparecieran en el léxico de los colombianos, porque en el día a día de la sociedad, prevalecen muchos antivalores que degradan y aíslan a las personas .
La humildad es la medicina del alma , del espíritu que cura todas las enfermedades provenientes de ese mundo inmerso en lo más profundo de nuestro ser. Si practicamos la humildad, es casi seguro que practicamos la justicia, que precisamente por falta de este valor , el mundo cada día se percibe más revuelto y descompuesto en todas las fibras de l tejido social. Por esto, el verdadero cristiano tiene que retomar el modelo de vida d e Jesucristo quien a pesar de ser una persona justa, sabia y poderosa, nunca demostró actos de soberbia, de Prepotencia, ni mucho menos actos de indiferencia; porque Cristo nunca discriminó ni excluyó a nadie durante su recorrido en la vida terrenal, aunque él con su poder ,fácilmente hubiese podido realizar y practicar esa de actos; pero él vino a la tierra fue a practicar justicia, humildad y a liberar a su pueblo del flagelo del pecado, de la esclavitud, y conducirlo por el camino celestial, es decir, al camino del reino de los cielos.
Muchos profesionales que por el hecho de poseer grandes títulos como post grados, magísteres, diplomados y muchas especializaciones más, se creen tener derecho para juzgar a priory a otras personas, situación que cusa un sentido paradójico y de contradicción con relación a la gran teoría del método científico.
En este mundo excluyente aún queda una pequeña llamita que ilumina el corazón y la mente de las personas justas y humildes que están en camino de la salvación, en la vía para transmitir y contagiar de alegría y de humildad a todos las personas y amigos. Esas personas son tú y yo.
¡Practícalo¡ eso no duele ni degrada, y además es gratis! Sé que esta tarea es compleja y cuesta mucho, pero vale la pena de arriesgarse.
¡Anímate, tú puedes. Sé tú, una persona pilosa!
Por:Abel Portacio Sarmiento
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