Desde que iniciaron los actuales Diálogos de Paz, en septiembre de 2012, hasta hoy, y en adelante, todas las elecciones querrán decir algo. Serán una clara señal de cuán preparados estamos para concebir un nuevo país, en el que el respeto por la diferencia, la tolerancia, el debate y la democracia, sean requisitos y condiciones para vivir en paz, y lejos de los horrores del pasado. Los alcaldes, concejales y gobernadores electos, así como los escaños logrados por cada tendencia y partido en el Congreso, al igual que el presidente que nos gobierne de 2018 a 2022, mostrarán si la configuración del sistema político colombiano ha cambiado en algo y nos preparamos para una nueva era, o si seguimos repitiendo nombres y apellidos que se conocen desde principios del siglo XX.
Algo que ya preocupa es el riesgo de fraude electoral, que no es un hecho nuevo en el país, pero que por alguna razón, se tuvo la esperanza de que se esfumaría en estos comicios. 'Carteles de vivienda y de licencias falsas' comprometen a varios candidatos, con promesas que desde ya empiezan a otorgar a privados, si quedan elegidos. Esta práctica clientelar, que ha hecho de las elecciones un remedo de democracia y decisión participativa, que ha recreado fábulas difíciles de creer sobre el fraude, el engaño y la manipulación de votos frente a un pueblo incauto, esta abominación institucional que hace que crezca el descontento y el fenómeno del abstencionismo, tiene que desaparecer si queremos una Colombia diferente.
Por el lado de Riohacha, hay tres candidatos hijos de la bonanza marimbera. Por supuesto, por ningún motivo eso es una evidencia de vínculos oscuros o de un pasado imborrable que los destinará a serpentear por los caminos de la corrupción o el narcotráfico. Es apenas un elemento que demuestra que en el país no hay nadie que esté desligado de lo que han sido los episodios increíbles y novelescos de la violencia, la droga, el contrabando, etc. Estos candidatos cargan con el recuerdo de lo que vivieron sus padres, en una época en la que no sólo esta bonanza era símbolo de prestigio y respeto, sino que fue una de las mejores salidas para los pobladores guajiros y caribeños para la difícil situación económica que generalmente han vivido muchos lugares del territorio nacional, producto de una inexistente economía nacional consolidada que impida que la gente piense en estas salidas que la ley condena, pero que la injusticia promueve.
Nemesio Roys Garzón, hijo de 'Raucho' Roys, Andris Salas Zúñiga, hijo de Manuel Salas, y Jaider Curiel Choles, hijo de Bayón Curiel, son ese retrato de una nueva generación que desea desligarse de un pasado mucho más cruento para la región, pero que aún hoy puede resurgir si en la cabeza de los nuevos dirigentes no existe el deseo profundo de construir unos valores políticos diferentes, más cerca del bien general y lejos del interés personal. La política es para eso.
Veremos que sucede, las elecciones, aunque no son el único termómetro para evaluar al país, sí dirán mucho o por lo menos algo, sobre cómo estamos. El voto será una vez más símbolo de conciencia o de ignorancia.
Por: Sebastian Herrera
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