Los noticieros y la prensa parecen jugar con la salud mental, el sistema nervioso y el ánimo de cada persona. Tal vez no sea exclusivamente culpa de ellos. Podría también ser culpa de la contingencia del mundo actual, donde por un lado despunta esperanza, y por otro lado va amaneciendo desolación.
Las noticias de la última semana, en Colombia y el mundo, tienen ese poder de cambiar el estado de ánimo como quien prende y apaga un bombillo hasta que se funde. Aparece en pantalla haciendo su gira por Cuba y EE.UU., intentando estrechar las manos de Raúl Castro y Barack Obama, de Juan Manuel Santos y 'Timochenko', pidiendo perdón por la pederastia eclesial y abogando por los inmigrantes víctimas del racismo de Donald Trump y otros deleznables ciudadanos norteamericanos; se enciende la emoción y el optimismo, aunque también la incertidumbre de lo que significará lo primero para la isla, lo segundo para Colombia, y lo tercero para los latinos.
Luego vienen las imágenes del más de medio millón de inmigrantes que están llegando a Europa desde Siria y África. La Organización Internacional de Migraciones (OIM), estima que 2.892 personas han muerto intentando la travesía, la gran mayoría en la ruta hacia Italia desde el norte de África. Vuelven la desesperanza y el desconsuelo, para los que todavía sentimos.
En Colombia, las primeras páginas de la prensa y los titulares de los medios televisivos enfocaban el estrechón de manos del presidente Santos y 'Timoleón Jiménez', a la vez que daban detalles y opiniones en torno al acuerdo en materia de justicia transicional. De nuevo: ¡gozo total! Pero por una rendija de ese destello mediático se colaba la inseguridad y el desasosiego por la captura y condena del otrora precandidato presidencial y líder indígena, Feliciano Valencia, quien pasará 18 años en prisión, siendo responsable principal de la retención y castigo indígena por parte de la comunidad de Piendamó, Cauca, contra un cabo del Ejército, que se había infiltrado en una manifestación. Surgen preguntas en torno a la inclemencia que tiene el sistema judicial contra los marginados y nunca escuchados de este país. ¿Qué paz será la que viene para el país? Se asoma más tristeza, indignación y rabia. El asesinato de un candidato del Polo Democrático al concejo de Aguazul, Casanare, a quien la comunidad conocía fraternamente como 'El Mono Roa', esto aunado a los escándalos y alertas de fraude electoral en varias regiones del país, que ya empiezan a anunciarse.
Quién sabe si en un país diferente, con una mayor democratización del acceso a la información y de la participación de los medios de comunicación, abundarían las noticias buenas o se multiplicarían las malas. Estos panoramas en realidad enferman. Llega el espectáculo de la Luna Roja, con un eclipse que al parecer sólo se repetirá en 2033, y la capacidad de maravillarse y querer hacer coincidir dicho cambio astral con una época de transformaciones hacia el porvenir del país y el mundo, vuelven a subir el ánimo y la moral de los que contemplan el firmamento que permanece incólume frente a las atrocidades que se suceden en suelo terrestre. Esperemos que no se aproxime un asteroide que colisione contra el planeta y nos destruya la ilusión, o que al menos, quedemos pulverizados para no alcanzar a ser conscientes de que se fue a la basura.
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