Luego de que el presidente de Findeter, Luis Fernando Arboleda, hiciera pública la idea de vincular al municipio de Sitionuevo, al Área Metropolitana de Barranquilla, los debates en el departamento del Magdalena no se hicieron esperar. Es pertinente anotar que la iniciativa surge de estudios técnicos realizados, dentro de las actividades del Proyecto Diamante Caribe y santanderes, que orienta el citado fondo de financiamiento estatal.
Cuando se toca el tema de las municipalidades ribereñas del Magdalena, inmediatamente aparece como una película la retahíla de necesidades que consuetudinariamente adolecen todos sus habitantes y que parecen calcadas de uno a otro poblado. Sitionuevo, por supuesto, que no es la excepción, pues con 465 años de historia es lamentable que todavía tenga indicadores de desarrollo tan bajos, como: una cobertura de acueducto y alcantarillado por debajo del 50%; tasa de analfabetismo del 20%; y una cobertura de energía eléctrica del 66%. Esto solo para nombrar los que aparecen en la página oficial, pero que, con toda seguridad, es fácil inferir que los demás índices no mejoran la situación.
El aspecto que más ha incidido en el estancamiento del progreso de las poblaciones de la ribera es fundamentalmente la falta de vías de comunicación que en la mayoría de los casos son trochas o carreteras destapadas. Hoy, con el proyecto de la vía de la Prosperidad, hay una mejor esperanza para quienes habitan entre Plato y la desembocadura del río: ojalá que nunca más tengamos que decir que el Magdalena no tiene ni vías ni prosperidad. Para un mejor entendimiento, basta con saber que a los habitantes de los municipios de la margen Este del río, les es más fácil llegar a Barranquilla que a Santa Marta, su capital; por eso, parece ficción, pero es real, que algunos pobladores conozcan mejor y estén más familiarizados con la capital del Atlántico.
Con la propuesta de Findeter, a juzgar por la información de la prensa, se han dado alaridos de diferentes calibres, se han rasgado las vestiduras líderes políticos de distintos niveles y hasta el gobernador Cotes tajantemente exteriorizó que "mientras sea gobernador jamás cederé un centímetro de nuestro territorio, presupuesto o autonomía administrativa". Nada más desproporcionado ante la realidad. En desacuerdo con los disgustados, está lo que indica la normatividad -vean la ley 1625 de 2013- porque en ninguna parte establece que al constituirse un área metropolitana se pierda superficie o independencia en la administración. Así, pues, que de darse lo planteado no se va engrandecer el departamento del Atlántico ni tampoco se a empequeñecer el del Magdalena.
Entre otras cosas, cualquier decisión sobre el tema de marras, solo le incumbe tomarla exclusivamente a los sitionueveros -alcalde, Concejo y comunidad-. Serán ellos quienes desatarán los nudos que corresponda, en su leal saber y entender, analizando si las conveniencias, de las que habla un comunicado de prensa, son viables o no. Dejemos esa tarea a los directamente comprometidos, que sean ellos los que valoren si es cierto que habrá más oportunidades de empleo y aumento de los ingresos.
Si llegare a darse la aquiescencia de la iniciativa, no hay que poner el grito en el cielo porque unos habitantes, que buscan un mejor estar, vean en Barranquilla esa oportunidad. A propósito, recordemos que hasta algunos políticos magdalenenses, haciendo uso de lo consagrado en la Constitución y la ley, en las pasadas elecciones para el congreso, también aguaitaron hacia el Atlántico para buscar aspirantes al Senado por quién votar. Los resultados para los senadores barranquilleros fueron extraordinarios.
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