Tal y como se había anunciado por parte de las entidades competentes, una nueva ola invernal se vuelca sobre el país, esta vez con más fuerza y causando mucho más daño que la del año pasado, que fue catastrófica para muchas regiones de Colombia.
Vemos como se incrementan las lluvias de la mano del nefasto fenómeno atmosférico, se llenan los cauces de los ríos hasta alcanzar niveles de desbordamiento, penetrando e inundando plantíos, fincas, veredas, poblados, rompiendo carreteras y vías de circulación terrestres, ahogando ganados vacunos, caprinos, de corral y demás, lanzando a las escuelas a miles de damnificados en todo el país, y trayendo una no tan nueva modalidad de desplazamiento poblacional que hunde a la nación en una verdadera emergencia nacional.
Pero, si ya se había advertido al Gobierno de la eminente ola invernal sin precedentes que se avecinaba y de la potencial gravedad de su impacto en la geografía del país, ¿Cuáles son las acciones desarrolladas para prevenir, por lo menos en las áreas reconocidas como mas criticas y expuestas a la acción devastadora de la naturaleza, y para contener la fuerza de los actores atmosféricos sobre los ríos, lagunas, carreteras, laderas pobladas, regiones planas susceptibles de inundación, veredas ubicadas en zonas de riesgo, poblaciones susceptibles de inundaciones como consecuencia del erróneo re direccionamiento de corrientes superficiales de aguas para regar sembradíos particulares, almacenamiento de víveres no perecibles, cobijas, carpas y demás elementos necesarios para enfrentar las movilizaciones humanas como consecuencia del accionar de la naturaleza?
Donde está el resultado de la supuesta inversión de miles de millones de pesos del presupuesto nacional en la atención a los damnificados que siguen siendo damnificados y ahora lo son en mas alto grado?
Qué pasó con esos dineros? Realmente se invirtieron en labores de ayuda a los damnificados? O, como se descubrió en el municipio de Cartago, Valle, se destinaron a financiar la campaña de los candidatos adeptos a los actuales mandatarios territoriales?
Se atendieron a tiempo y con eficacia a los damnificados de los nueve poblados inundados en el Atlántico? Se les devolvió la normalidad a sus regiones? Se alcanzó a evacuar el agua que inundó sus pueblos? Se restablecieron las condiciones de tránsito vehicular en sus vías secundarias y terciarias? Todo tiene una sola respuesta, NÓ.
Y, entonces, ¿Que paso con el discurso de las locomotoras? La única que vemos funcionando y a todo tren es la del invierno, las otras que supuestamente jalonarían el desarrollo integral de las regiones del país, todavía no pitan anunciando su arrancada, solo están en el imaginario gubernamental, en el discurso que cada día pierde más credibilidad, en el cacareado compromiso anticorrupción cada día burlado con mayor cinismo e impunidad por quienes manejan la cosa pública, y, pensamos nosotros, Los Guajiros, ¿Es esta la administración que nos va a quitar el manejo de nuestras regalías, para administrarlas ellos desde estamentos como los que propiciaron AIS, el descalabro de la DNE, la contratitis NULE, la Yidis política, las mega chuzadas y tantos hechos cada vez mas bochornosos y degradantes de la dignidad nacional? ¿Y nosotros, los Guajiros, vamos a quedarnos cruzados de brazos ante un futuro tan “cierto” para nuestros recursos? Porque lo “cierto” es que los van a feriar igual o peor que los del fisco nacional en manos de tan eximios administradores de la cosa pública.