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Jue, Nov

Encrucijadas de la conciencia

Columnas de Opinión
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Escrito por:

María Padilla Berrío

María Padilla Berrío

Columna: Opinión

e-mail: majipabe@hotmail.com

Twitter: @MaJiPaBe

Estudió economía en la Universidad Nacional de Colombia y actualmente se encuentra terminando sus estudios de Derecho en la Universidad de Antioquia. Nacida en Riohacha, radicada en Medellín. Ha realizado varias investigaciones académicas con la Universidad Nacional y se ha desempeñado como ponente en diversos eventos académicos a nivel nacional e internacional. En la actualidad es dependiente judicial y dirige el cine club de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.

"En la primera vuelta voto a conciencia, en la segunda vuelta contra Uribe", fue la expresión de un gran amigo un día que nos pusimos a compartir angustias existenciales sobre los temas políticos de este país. De inmediato, sabiendo las orillas políticas que lo caracterizan, comprendí por quién votaría en primera vuelta y por quien en segunda. Y aún así, pese a la urticaria que le produce la rancia derecha de este país, estaría dispuesto a votar, quizás por primera vez en su vida, a favor y en contra de su conciena.

Ahora, siguiendo con los laberintos majaretes y los asuntos más patéticos que nos ofrece el escenario electoral actual, las noticias de los últimos días me han hecho volver sobre aquéllas palabras que se me quedaron talladas de manera literal en mis propias convicciones. Y es que, a partir de una entrevista que le hicieron a Piedad Córdoba hace unos pocos días, donde no hace expresa su intención de voto, pero juega con las palabras de tal manera que se puede deducir su inclinación a votar a favor del actual Presidente, no deja de sorprender la forma como el caudillismo del Centro Democrático, y el terror de quienes la sola idea del retorno de Uribe a la presidencia, se convierten en los protagonistas de los comicios que se avecinan.

De igual manera, pero de una forma abiertamente explícita, para sorpresa de muchos, las declaraciones de Antanas Mockus, quien fuera el contendor del actual Presidente en los comicios del 2010, permite entrever de manera más clara esa grieta que cada vez confunde más el panorama electoral. Imaginar a un Mockus respaldando la candidatura de Juan Manuel Santos, no obstante ser Peñalosa un contendor más, devela, por un lado, las posibles divisiones internas de un partido que, desde que Peñalosa ganó la consulta, se ha mostrado incómodo con su representante. Por otro lado, siendo Mockus, el asunto también puede interpretarse por su fe en el actual proceso de paz adelantado en la Habana.
Lo único que faltaría, en el escenario más traumático, es que el Polo termine votando por Santos en una eventual segunda vuelta, realidad que terminaría por desbordar la ficción, si es que con la intención de voto de Piedad Córdoba ya no se sobrepasó esa ficción y terminó por conjurar de una vez por todas ese Macondo que nos persigue en cada acontecer del país.

La radiografía de todo lo anterior, no obstante, termina explicándose, básicamente, desde la desilusión y frustración de muchos que, ante la impotencia de no saber ni qué mal es peor, terminan siendo conscientes de la inutilidad del voto en blanco y lo engañoso de abstenerse, a sabiendas de que "alguien tiene que gobernar". Así, ante la inminencia de la posibilidad del regreso de quien ejerciera por ocho largos años, por surrealista que parezca, muchos se apresuran a votar a conciencia, no por el que consideran correcto, sino en contra de quien consideran indigno.

Muchos han tendido a calificar este fenómeno particular como la máxima expresión de los odios políticos que muchos pueden desarrollar, al punto de cegarse completamente y tomar elecciones pese a no estar convencidos de su accionar. Sin embargo, creo que más allá de un discurso de odios y reclamos, el asunto se reduce a un tema relacionado con la larga lista de cuestionamientos que engrosan el prontuario del expresidente en tiempos que, si bien las cosas no marchan de la mejor manera, por lo menos se mantienen en una tensa calma.

De otro lado, si bien este tema de amores y desamores resume el resquebrajamiento institucional, devela también la delgada línea que separa las convicciones de las estrategias, poniendo sobre la mesa una serie de barajas que solamente recrean el futuro inmediato, en el mediano plazo ya veremos.