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Jue, Nov

Fiestas de fiestas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

María Padilla Berrío

María Padilla Berrío

Columna: Opinión

e-mail: majipabe@hotmail.com

Twitter: @MaJiPaBe

Estudió economía en la Universidad Nacional de Colombia y actualmente se encuentra terminando sus estudios de Derecho en la Universidad de Antioquia. Nacida en Riohacha, radicada en Medellín. Ha realizado varias investigaciones académicas con la Universidad Nacional y se ha desempeñado como ponente en diversos eventos académicos a nivel nacional e internacional. En la actualidad es dependiente judicial y dirige el cine club de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.

Detesto diciembre, lo admito. Mi espíritu Grinch altamente desarrollado no me permite involucrar mis sentimientos con estas épocas, aunque por pasar el rato termino implicada en cuanta actividad se inventan… Que vamos a prender velitas, que vamos a la novena, que cómase la natilla con el buñuelo, que camine a ver alumbrados… En fin, hasta ahí me llega la coherencia, se supone que una persona con dos dedos de frente defiende sus creencias y practica su escepticismo, pero como ven, no es mi caso.

 

Los tumultos de gente me aterran, el escándalo desmedido, los borrachos por doquier y la música horrible, esa decembrina, logran exacerbar mis ánimos a tal punto que termino histérica, más de lo que suelo mantener. Además, todo el mundo diciendo "feliz día de yo no sé qué", me pone peor. Pero bueno, toca sobrevivir inventándose cuanta actividad se cruce y terminando en cuanta parranda inviten.Y por estos días todo el mundo festeja… que la fiesta de la oficina, del semestre, del barrio, de la natilla, del buñuelo, en fin, ya cuando entra diciembre la gente se sincroniza con la festividad y ni por equivocación trabajan al mismo ritmo.

Los ánimos laborales terminan en la encrucijada decembrina, menos los comerciantes, claro está, ellos ruegan todo el año para que llegue diciembre. Hay quienes rogamos para que no llegue. Pero bueno, como inevitablemente llega diciembre, año a año toca soportarlo.Además, el asunto este de "alegrarse" en navidad es un poco perverso, ¿Alegrarnos de qué? ¿Del nacimiento de Jesús? ¿Y es que cuentas veces piensa nacer? Pero bueno, como con la locura colectiva no se puede discutir, toca sucumbir muchas veces a la pandereta y la natilla, igual que las fiestas. ¿Qué festejan? Unos dicen que porque se acabó el año (y yo no entiendo por qué eso es motivo de festejo), otros que porque llegó navidad (tampoco entiendo), y algunos, que me parece que encajan un poquito más, porque se trabajó muy duro todo el año y se lograron algunas cosas.

Como todo esfuerzo merece una recompensa, las fiestas de fin de año están debidamente justificadas entonces. Y uno las ve… Por obvias razones todas las fiestas no son iguales, no se puede esperar que la celebración del sindicato de doña Rosita esté al nivel del Sindicato Antioqueño o, mejor aún, de los congresistas.

Guardan distancia, ¡de lejos! Aunque claro está, todas estas fiestas tienen algo en común: ¡borrachos!Las fiestas de fin de año dan para todo, hasta para botar 800 millones de pesos, como la organizada por el Honorable Congreso de nuestro país, algo que ha suscitado un gran escándalo, pero es que nadie entiende que las cosas o se hacen bien o no se hacen. ¿Cómo se les ocurre que magnas personalidades van a hacer la rumba en una disco de mala muerte de la 51? Pues no, ellos ya no están para coca-cola bailable, lo de ellos es aguapanela bailable y la presentación de uno que otro artista reconocido.

Pero la cuestión es muy simple, la gente no ha podido entender que ellos no están para la típica fiesta de barrio donde doña Marina pone el caldero con el arroz de marrano y doña Alicia hace los tamales en el patio del vecino que ofreció donar el arroz con leche que hace una hermana. Tampoco, por más que quieran, pueden arriesgarse a terminar borrachos a media noche improvisando un grupo vallenato usando el rallador como la guacharaca. Son Congresistas y como tal merecen un lugar digno y respetable en medio de la chusma, nosotros. Lo curioso es que esa chusma que no puede compararse con ellos, paradójicamente, es la que los mantiene.

Pero bueno, si todo mundo vota por aquéllos que solo saben cobrar sueldos sin trabajar, que no esperen que hagan una fiesta guardando las consideraciones del caso para la chusma.Además, se la merecen, trabajan muy duro, "de sol a sol". Y es tanto el sacrificio que hacen por esta patria que, de tanto trabajar, mantienen enfermos y cansados, ¿O es que no los han visto dormiditos en las plenarias? Eso es síntoma de que andan agotados y se merecen unas fiestas con todas las de la ley: Una aguapanela bailable con Martín Elías y el Grupo Niche. Yo los apoyo señores congresistas, ¡hagan su parrandón porque ustedes trabajan mucho!