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La sociedad contemporánea

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Illidge Gomez

José Illidge Gomez

Columnista Invitado

 

Mucho se habla de valores éticos y morales en el estudio de los comportamientos sociales… casi siempre se busca una especie de justificación para explicar la transformación que ha sufrido su concepción, llegando a veces a extremos cuasi totalmente opuestos que, a fuerza de repetirse, se imponen en la sociedad actual.

Concebíamos al ciudadano como un ser que forma parte de una comunidad, con derechos y deberes emanados de la concepción cultural de la misma, dentro del respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los bienes públicos, lo que hoy, al tenor de la mejor interpretación en las circunstancias actuales, definiría al tonto del paseo. El respeto en esta sociedad pasó a ser letra muerta, y prima sobre el la oportunidad y la ocasión, el mal llamado y peor concebido cuarto de hora que al llegarle a cada uno debe ser aprovechado de cualquier manera para asegurarse el futuro dentro de la opulencia y el boato no importa de dónde y cómo se consiga.

Toda comparación resulta odiosa, pero es interesante escuchar a nuestros mayores cuando hablan de su vida en sociedad aquí, en este mismo rincón social, cuando se refieren al respeto por los mayores, la trascendencia de la familia, la solidaridad familiar y social, la tolerancia como base para la interacción social,la responsabilidad cuando aún la palabra era el símbolo compromisario valido en nuestras relaciones sociales, comerciales, y políticas, entonces, ¿Qué pasó? ¿Qué fue lo que originó este cambio tan drástico en nuestros valores éticos y morales?

Recordemos cómo se infiltró en nuestro entorno social la influencia de las riquezas materiales excesivas como fruto de actividades ilegales que inicialmente eran rechazadas por nuestra sociedad y que terminaron imponiéndose a fuerza de ambiciones individuales desmedidas, generándose ejemplos negativos repetidos hasta la saciedad, creando un nuevo orden conceptual en el que primó lo económico, los nuevos ricos fruto del comercio La sociedad contemporánea ilegal y de actividades delictivas se incrustaron en la elite sociopolítica nativa e impusieron su presencia a fuerza de poder económico; los valores tradicionales se resquebrajaron ante el empuje de la barbarie poderosa, los hábitos sociales sufrieron un vuelco enorme, se inició el comercio y consumo local de drogas alucinógenas, el derroche de dineros mal habidos de la mano de los atropellos por parte de quienes todo lo tenían contra quienes trataban de continuar con su ritmo de vida normal; la violencia surgió como consecuencia de la pérdida del respeto por el prójimo, los problemas inter familiares se dispararon a causa de la nueva capacidad de agresión que poseían los nuevos ricos, la sociedad sufrió en sus entrañas el daño irreparable de esta arremetida de la barbarie, y su núcleo, la familia, recibió todo el peso de los excesos vividos en esta fatídica etapa de nuestra sociedad.

Son muchos los hogares afectados por la consecuencia de este peregrinaje por los ámbitos de los anti valores y de la trastocación de las enseñanzas y hábitos de vida otrora sagrados en nuestra sociedad, a lo que hay que agregarle la influencia del crecimiento citadino con la presencia de personas de muchos orígenes cada uno con culturas y concepciones diferentes que afectan a la nuestra, positiva y negativamente; de la masificación en los medios de comunicación y la globalización del conocimiento bueno y también malo, que influye negativamente en el proceso de formación de las nuevas generaciones cuando no son bien direccionadas y no tienen control, permitiéndole al infante enfrentarse solo a situaciones que lo desbordan y que rebasan su capacidad de entendimiento, generándole traumas que traen como consecuencia conductas insanas que afectan su desempeño social con la consecuente alteración de la sana convivencia.

Todo ello nos lleva a pensar en la urgencia de dedicarle mayor tiempo y cuidado a la formación de las nuevas generaciones, mostrándoles los verdaderos valores necesarios para alcanzar una sana convivencia y colocar nuestro granito de arena en la empresa de conseguir la paz.