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Mié, Jun

TLC, prueba para Trump

Editorial
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El presidente Donald Trump afirmó que protegía los empleos cuando en días pasados retiró a Estados Unidos de manera oficial del Acuerdo Transpacífico de Libre Comercio. 
Pero su capacidad para ayudar a la economía estadounidense podría depender de si el mandatario puede lograr mejores acuerdos. La mayoría de los analistas afirman que el pacto entre 12 naciones, producto de años de negociaciones durante el gobierno anterior, habría reducido los precios e impulsado las ventas en el extranjero para empresas automotrices, agrícolas y tecnológicas. Pero Trump prometió que podría mejorarlo. Ahora planea rechazar los acuerdos multinacionales y enfocarse en pactos bilaterales.

 El nuevo gobierno no ha revelado muchos detalles sobre la manera en que estructuraría estos nuevos pactos comerciales para crear y retener empleos. A la cabeza de su equipo comercial estará Wilbur Ross, el multimillonario nominado por Trump para encabezar el Departamento de Comercio; el abogado Robert Lighthizer, nominado como representante comercial de Estados Unidos; y el economista Peter Navarro, un feroz crítico de China, que encabezaría un nuevo consejo de cuestiones comerciales de la Casa Blanca.

 La Casa Blanca ha dicho que cree que es más fácil negociar tratados bilaterales en términos iguales, en lugar de un pacto multinacional como el Acuerdo Transpacífico, en donde un grupo de países más pequeños puede ejercer con mayor facilidad su voluntad. Desde luego que el desafío de los acuerdos comerciales bilaterales es que el gobierno federal tendría que realizar muchas más negociaciones y las reglas finales podrían no resultar uniformes. 

El cumplimiento de las promesas de Trump podría depender de su pericia para manejar los oscuros detalles de estándares laborales y bienes domésticos. Trump podría negociar mayores protecciones para los trabajadores que podrían verse perjudicados por otras secciones del acuerdo que otorgan incentivos a las compañías que se mudan al extranjero. 

Pero los votantes podrán medir el rendimiento de Trump en los reportes gubernamentales mensuales sobre empleo y comercio, la mejor manera de ver de primera mano si cumple sus compromisos de incrementar los empleos de manufactura y reducir el déficit comercial.

 No pasará mucho para que esa nueva postura sea puesta a prueba. Trump tiene programada mañana viernes una reunión con la primera ministra británica, Theresa May, con quien discutirá, entre otras cosas, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. 

La salida significa que May debe empezar a negociar nuevos pactos comerciales para reducir aranceles y darle a Gran Bretaña acceso a los mercados que perderá al salir del bloque europeo. Pero la prueba más importante será su promesa de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

El mandatario también tiene encuentros programados con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y el presidente de México, Enrique Peña Nieto; sus socios en el Tlcan, que representa el 24 % de las importaciones de Estados Unidos.

 Parte de la solución de Trump es imponer un arancel de hasta un 35 % a las compañías que muevan sus plantas al extranjero y luego vendan sus productos a los consumidores estadounidenses.

 Su enfoque en el proteccionismo genera preocupación entre muchos expertos comerciales, que afirman que los menores costos de importación se traducen en precios más bajos de autos, ropas y otros artículos. Será particularmente complicado salvar empleos de manufactura con la renegociación de tratados comerciales.  


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