Varios empresarios del agro y presidentes de gremios agrícolas del país, me han enviado esta semana un video del analista económico Aurelio Suarez, donde hace una exposición sobre la crisis que está viviendo el agro colombiano por culpa del TLC con los Estados Unidos.
En el video (que dura 12 minutos), el catedrático muestra un diagnóstico con cifras y estadísticas de nuestro sector agropecuario, antes y después de la implementación del TLC con los Estados Unidos, el cual cumple 7 años, el próximo 15 de mayo. Lástima que, en esa audiencia pública, celebrada en una de las Comisiones del Congreso de la República, no estuvieran todos los actores que participaron en la negociación de dicho tratado. Los debates sin la contraparte terminan siendo unos monólogos más aburridos que un trámite en una notaría.
Si bien es cierto que el sector agropecuario del país ha venido deteriorándose desde el año 2012, no podemos echarle toda la culpa al TLC con los Estados Unidos. Los problemas del agro en Colombia son más estructurales que coyunturales, y vienen desde hace rato atrás. Es muy difícil competir con granjeros donde las autopistas, las líneas férreas y el transporte fluvial, pasan por sus fincas; agricultores a los cuales el Estado les provee líneas de crédito a 12 años con tasas de interés del 5% efectivo anual para que puedan instalar los mejores sistemas de riego y comprar los tractores y cosechadoras de última tecnología.
Respecto a la política de subsidios, mientras nuestro gobierno no tenga la fortaleza política para impedir que Estados Unidos, subsidie y proteja a sus agricultores, y tampoco cuente con las condiciones económicas para mantener los subsidios a nuestros agricultores, no nos queda otro camino que enfocar la política pública al fomento de la productividad, rentabilidad y competitividad de los agronegocios. ¿Cómo? Pues, eliminando las distorsiones e ineficiencias en que incurren la mayoría de nuestros agricultores por falta de recursos de inversión en biotecnología, transferencia de conocimientos y acceso a tecnologías de punta.
Esta crisis no se resuelve imponiendo aranceles altos, otorgando subsidios para compensar la caída de los precios del mercado y mucho menos reestructurando créditos y condonando deudas. Esas pseudo soluciones, lo único que hacen es perpetuar los problemas del agro.
En lo que, si estoy de acuerdo con el doctor Suarez, es en el perjuicio que le están causando a los agricultores colombianos, con los subsidios que les aplican a las exportaciones de los productos que llegan a nuestro mercado.
Me niego a creer que una tonelada de maíz producida y transportada desde Iowa, Indiana o Minnesota a Bogotá, cueste menos que traerla del Guamo (Tolima), Cereté (Córdoba) o La Unión (Valle). Eso se llama competencia desleal (dumping) y en el contexto de las leyes del comercio internacional es condenable. Lo mismo debe estar ocurriendo con la mayoría de las 13.5 millones de toneladas de alimentos que entran anualmente al país. El mincomercio debería ponerle lupa a este tema.
La internacionalización de la economía es un proceso creciente que toca a todos los negocios, cualquiera que sea el sector al que pertenezcan, pero debe ser bajo un contexto de justa competencia.