Se llama Tenuta Moriano, es una finca con sembrados de viñedos y olivares, donde se produce aceite de oliva y buen vino. Está ubicada entre Florencia, Siena y San Gimignano, en las colinas de Chianti, en la región de la Toscana en Italia.
Gracias a la Ley de Agriturismo, los dueños de la finca Tenuta Moriano, pudieron restaurar la vieja casona, el granero, la bodega y el palomar, conservando los materiales antiguos, los suelos de terracota y las vigas de madera. Hoy, es una Villa, con diez apartamentos al estilo toscano, donde reciben turistas de todo el mundo y les enseñan a acerca de la comida local, el vino y la cultura de la zona. En esta época de otoño, involucran a sus huéspedes en la “vendemmia” (cosecha de uvas) y en la cosecha de unos hongos subterráneos que sólo pueden ser detectados por perros y que utilizan para sacar el aceite de Trufa.
Italia, fue el primer país en Europa en legislar el agroturismo. Lo hizo a través de la ley 730 de 1.985, la cual fue reemplazada por la Ley 96 de 2006. Esta normatividad introdujo unas reglas claras tendientes a garantizar la calidad y la autenticidad de la oferta turística y agrícola de la Toscana, para garantizar unos ingresos complementarios al empresario agricultor y a su familia, con ventajas fiscales. Además, estableció unos criterios para proteger y valorizar la arquitectura autentica de la región y su cultura rural. Los productos o alimentos que se suministran al turista en la Toscana, tienen que ser producidos y procesados con absoluta prevalencia por empresas agrícolas de la región. Esta Ley, también promueve las ferias turísticas, las marcas de los productos y eventos culturales.
El impacto de la ley de agroturismo ha sido tan impresionante, que, en diez años, logró que la Toscana se convirtiera en la segunda región turística más importante de Italia, después de Venecia. Según estadísticas de Touring Club, la principal organización turística italiana, en el 2017, la Toscana, recibió 44.3 millones de visitantes, generando ingresos por más de 30.000 millones de euros y 6 millones de empleos. Este impulso al agroturismo, permitió que muchos jóvenes fueran formados en emprendimiento rural y turístico, lo cual les ha permitido abrir un establecimiento de este tipo en la finca de sus padres, antes de pensar en obtener un puesto de ejecutivo en una multinacional.
Claramente, este modelo se podría adaptar en Colombia, en las zonas del eje cafetero y en la Sierra Nevada de Santa Marta, donde los perversos POT y los depredadores de la construcción urbana están acabando con lo poco que queda de la cultura, arquitectura y costumbres de esas regiones. ¿Se imaginan el impacto que tendría una ley de agroturismo en los ingresos de las familias cafeteras que están quebradas por el precio del grano y en la reactivación de la economía de estas regiones? Piénselo ministro Restrepo.
En el tintero: Me cuesta trabajo aceptar que, con 23 millones de hectáreas aptas para la agricultura y un dólar a $3.028, estemos importando 14 millones de toneladas de alimentos. ¿Que ineficiencia por Dios!
*Consultor en banca de fomento agrícola