Se retira el ministro Aurelio Iragorri de la cartera del agro, logrando un buen crecimiento del sector agropecuario (4,4%) en el segundo trimestre de este año. De no ser por la caída del sector cafetero (-8,6%) y el tijerazo (-37%) que le metió el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, al presupuesto del sector agropecuario, los resultados hubiesen sido mejores.
Comprendo perfectamente el escepticismo que debe existir entre muchos empresarios, dirigentes gremiales y altos consejeros de Palacio frente a esta cifra. No es fácil creer en un Gobierno que perdió la confianza del 84% de los colombianos, incluyendo al pupilo que impuso como presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), quien salió ante los medios a criticar el único logro que tiene este Gobierno en materia de política económica. Parece ser que siguió los pasos de su anterior jefe, el exministro de Defensa Juan Carlos Pinzón.
Pero ocupémonos de lo importante, del cómo se logró este crecimiento del sector agrícola. Lo primero que debo decir es que fue una estrategia concertada con cada uno de los gremios de la producción agropecuaria para establecer una política de ordenamiento del sector productivo, teniendo en cuenta la demanda interna de algunos productos (granos, cereales y aceites) y los nuevos nichos de mercados externos de otros, como las frutas, verduras, flores, banano y carne bovina.
El siguiente paso fue direccionar los recursos de ayudas e incentivos por sector agrícola y pecuario, para promover las nuevas siembras y el aumento de la productividad en aquellas zonas donde las condiciones técnicas de los cultivos se ajustaran a las condiciones agroclimáticas y tipos de suelos de cada región. Como se sabía que los otros ministerios no iban a cumplir con el plan de inversión en bienes públicos de esas zonas productivas, hubo que focalizar los pocos recursos de inversión del Ministerio de Agricultura en ayudas para reducir los costos de producción, aumentar la productividad y reducir el riesgo de las inversiones de los productores del campo.
Para lograr lo primero, se creó una línea de crédito con tasa subsidiada por debajo de la inflación para cultivos semestrales y ganadería; un incentivo para cultivos con un periodo improductivo mayor a dos años y otros para compra de tractores y cosechadoras, instalación de sistemas de riego y equipos de transformación. Para proteger el riesgo de las inversiones, se estableció un incentivo para cubrir un porcentaje del costo de la póliza del seguro contra riesgos climáticos y un porcentaje de los costos de las coberturas de precios de mercado y volatilidad del dólar.
De esta manera fue como el ministro Iragorri motivó a miles de productores del campo a desarrollar una agricultura con sentido empresarial para aumentar la productividad y la superficie de sus cultivos. Fue de esta manera como el programa “Colombia Siembra” logró superar la meta del millón de nuevas hectáreas, confirmadas por la Encuesta Nacional Agropecuaria del Dane y un PIB del 4,4%, tres veces por encima del crecimiento de la economía del país.
¿Se imaginan ustedes la potencia alimentaria que sería Colombia si los gobernantes no politizaran las entidades del sector e invirtieran más en el campo?