Ser un buen ministro de Agricultura en Colombia, se ha convertido en una tarea muy difícil. Gran parte de los ministros que han pasado por esta cartera del agro han salido quemados porque sus decisiones dependen en gran parte de la conveniencia política de los ministerios de Hacienda, Comercio, Minas, Educación y de la alta Consejera de Palacio. Ni siquiera, tienen autonomía para conformar su equipo de trabajo, esa facultad fue delegada hace rato a los partidos de la Unidad Nacional.
Evidentemente, esta forma de coadministración de las políticas y programas de fomento al sector agropecuario, es lo que han llevado al sector agropecuario a una profunda crisis de estancamiento, ineficiencia e incertidumbre. En estas circunstancias, y teniendo en cuenta que los ministros deben dedicar el 70% de su agenda a citaciones en el Congreso, a responder requerimientos de los organismos de control, reuniones interinstitucionales, foros, viajes y atender las exigencias de las mingas indígenas, es casi imposible mostrar logros en materia de crecimiento productivo y competitividad del sector.
Solo para citar un ejemplo. Hace un año, el censo agropecuario (que nos costó $350.000 millones), mostró como resultado que el 73% de los jóvenes del campo no tienen acceso a educación porque no tienen escuelas donde asistir. Pues, la exministra Parodi, que administraba la chequera más grande del Gobierno ($29 billones), se fue sin construir e implementar un programa de emprendimiento rural.
El censo también reveló que hay escasas vías para sacar los productos del campo, que sólo el 9% de los campesinos del país reciben asistencia técnica y que hay pocos distritos de riego. Pues, el ministerio de Transporte no fue capaz de priorizar un plan de caminos vecinales y el ministerio de Hacienda recortó en un 33.6%, el presupuesto al ministerio de Agricultura, deteniendo las inversiones que impulsarían los programas de riego, mecanización de cultivos y asistencia técnica. Para rematar, nos inundaron el mercado de materia prima importada, porque a la exministra de Comercio, Cecilia Álvarez, se le ocurrió la disparatada idea de eliminar los aranceles de importación de varios productos para bajar la inflación, lo cual ocasionó una pérdida superior a los $400.000 millones a nuestros productores, sin conseguir una reducción al precio del consumidor.
Pese a lo anterior, el ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, presentó el viernes en San Pelayo Córdoba, unos resultados de gestión, que merecen un reconocimiento.
Según el informe de rendición de cuentas presentado por el ministro Iragorri, el Programa “Colombia Siembra”, logró incentivar la siembra de 426.666 nuevas hectáreas entre cultivos de cereales y granos, frutales y algunos cultivos de tardío rendimiento. En acuicultura el crecimiento acumulado 2015-2016, se sitúa en el 12%, la avicultura en el 11%, porcicultura en el 32% y la carne bovina en el 2%.
Aunque faltó incentivar más las colocaciones de crédito para pequeños y medianos productores en el 2016, los desembolsos tuvieron un crecimiento del 23% respecto al periodo enero-septiembre del 2015. La admisibilidad de varios productos agrícolas en 34 países y la formalización de los títulos de más de 28.000 hectáreas, fueron otros logros importantes por destacar.
¿Se imaginan ustedes lo que podría crecer el sector agropecuario si no tuviera los peajes mencionados arriba?